Nuestros vecinos
Dos siglos de relaciones chileno-bolivianas 203 u otra análoga. Quien conozca la citada Caleta puede certificar que se trata de un lugar con enormes ventajas desde un punto de vista técnico y de una majestuosa belleza, en especial en las rocas monumentales que la cierran por el sur; c) Tratado de Comercio Chileno-Boliviano. Los textos de estos tres instrumentos figuran en la publicación Tratados, Con- venciones y Arreglos Internacionales de Chile. 1810-1976. Tratados Bilaterales Chile-Bolivia , editada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile en 1975. Los acuerdos fueron aprobados en Chile pero no en Bolivia. Se siguieron desarro- llando contactos y podría decirse que la muerte definitiva de esos acuerdos se produjo cuando Chile envió a Bolivia en el año 1900 a don Abraham König, quien dirigió a la Cancillería paceña una dura y controvertida nota en el mes de agosto de ese año. Tratado chileno-boliviano de 1904 Las negociaciones que culminaron con la firma del Tratado de 1904 fueron relativamente breves. Entre los mitos que ha procurado establecer Bolivia se destaca la insistencia de que el tratado se firmó porque Chile habría ejercido presión y amenaza de uso de la fuerza. Es una afirmación carente de sentido. Si Chile no ejerció presión en 1884 ¿por qué iba a hacerlo veinte años después? Existen antecedentes más que fundados para acreditar que fue el diplomático boliviano Félix Avelino Aramayo quien dio los primeros pasos de la negociación que condujo al Acuerdo de 1904. Aramayo, en ese entonces acreditado en Londres, vino a Chile trayendo la renuncia de su país al mar pidiendo a cambio diversas compensaciones. Estudiosos bolivianos contemporáneos plantean una interpretación adicional sobre momento que vivía Bolivia y las motivaciones de ese país para replantear sus exigencias de las dos últimas décadas, acompañando sus juicios con una transcrip- ción de una opinión vertida por Gustavo Fernández en su libro «Bolivia en el labe- rinto de la Globalización», publicado en La Paz, en el año 2004. En la página 23 de dicho estudio Fernández expresa: La urgencia de exportar el mineral a través de los puertos del Pacífico, fue un factor esencial de la política económica y de la política exterior del país, y condi- cionó sus actos, incluyendo por cierto la firma del Tratado de 1904. Esta teoría tiene una extraordinaria coherencia y podría ser una más que valiosa explicación de la razón de que el primer enviado oficioso boliviano haya sido pre- cisamente Aramayo, miembro de una de las familias más intensamente vinculadas con las exportaciones de minerales: los Aramayo de Chichas. En estas condiciones, don Félix Avelino servía en la mejor forma los intereses de su país y, al mismo tiempo, los de su familia de magnates mineros. Para la Bolivia de comienzos del siglo XX facilitar la salida de sus minerales parecía ser más importante que el litoral. Estudios hechos por bolivianos muestran que entre 1895 y 1900 el 11 % de la producción minera boliviana estaba represen-
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