Nuestros vecinos
Las relaciones entre Bolivia y Chile... 189 países con objetivos geopolíticos y por otros, con miras a asegurarse mercados de largo plazo antes que los demás posibles exportadores. Más temprano que tarde habrá necesidad, sin embargo, de encarar la negocia- ción de un marco integrado para la cooperación energética en América del Sur, equilibrando los intereses de exportadores e importadores de energía, y tomando en cuenta la compleja situación de la geopolítica mundial de los hidrocarburos. La Zona de Paz Sudamericana Como ya se señaló más arriba, los atentados terroristas y las respuestas adoptadas por los Estados Unidos han recolocado los temas de seguridad en el centro de las relaciones internacionales, a lo cual se suman nuevas amenazas para la seguridad externa de los países, tales como el ya mencionado terrorismo; la droga y los delitos relacionados; el lavado de dinero; el tráfico de armas, y el crimen transnacional organizado. Por su naturaleza extraterritorial, dichas amenazas requieren de la co- operación entre los países, así como el diseño de políticas de alcance regional. El orden internacional postulado en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos resulta ciertamente inaceptable para los países sudamericanos, y algo similar se puede decir respecto de las relaciones económicas y financieras. Ante tales circunstancias, resulta de la mayor importancia que se instrumente efectivamente la Zona de Paz Sudamericana, la cual podría proporcionar además el marco para una iniciativa conducente a poner en marcha un programa de medidas de fomento de la confianza entre Chile, Perú y Bolivia, con los alcances sugeridos en el ya mencionado II Diálogo Internacional sobre Medidas de Fomento de la Confianza. La reforma del sistema internacional Bolivia y Chile deberían cooperar en la instrumentación de la agenda latinoame- ricana frente a la globalización, buscando reforzar la capacidad de acción conjunta de los países sudamericanos ante los organismos multilaterales y las principales economías desarrolladas. En el caso de los Estados Unidos hay que recordar que se trata de una potencia económica con muy baja apertura externa, motivo por el cual habría que lograr que haga un esfuerzo mucho mayor para permitir el desplie- gue de la competitividad de sus socios hemisféricos. Ya se ha mencionado la necesidad de retomar el diálogo con Europa, habida cuenta que las dos regiones son las que con mejores probabilidades pueden lograr entendimientos para la reforma de las Naciones Unidas. Por otra parte, se precisa una negociación de largo aliento para establecer reglas que le proporcionen gobernabilidad democrática a la dinámica de globalización impulsada por las empresas transnacionales. En el horizonte de mediano plazo habrá que tomar en cuenta además la riqueza sudamericana en recursos de biotecnología, energía y disponibilidad de agua dulce, donde cada uno de ellos constituye un elemento potencial de desarrollo pero asi- mismo de contenciosos con los países desarrollados que los necesitan.
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