Generación de diálogo Chile-Perú / Perú-Chile: documento 2 : aspectos históricos

Generación de Diálogo Chile-Perú / Perú-Chile | 75 1973 en el régimen militar chileno y en el público interesado se creó una impresión en Chile, y en algunos círculos interamericanos, de que vendría un ataque peruano con el apoyo más o menos abierto de la Unión Soviética y de Cuba. Esta atmósfera caracterizaría las relaciones entre ambos países en toda la década de 1970. También a raíz de la crisis con Argentina en 1978, cuando casi estalló una guerra total, se daba por hecho que Perú participaría en ella. Esto a pesar de que Velasco había sido depuesto en 1975, en parte al menos porque algunos jefes militares peruanos eran reacios a una guerra con Chile. Este panorama ayuda a entender también la política de Pinochet de efectuar una oferta de canje territorial a Bolivia que le hubiera entregado una salida al mar para este país. La sola diplomacia en torno a Charaña ayudaba a diluir la posibilidad de un conflicto. De haberse alcanzado un acuerdo con una venia peruana lo hubiera diluido más. Como se sabe Chile interpretó la respuesta peruana como una oposición radical a Charaña, y a pesar de ello este nombre a mi juicio sigue simbolizando la única posibilidad real de lograr una salida soberana al mar para Bolivia. Aunque el gobierno del General Francisco Morales Bermúdez transmitía más confianza a ojos de Santiago, la situación se mantuvo tensa hasta 1980. Como se dijo era altamente probable de que Perú se hubiera sumado a un ataque a Chile en diciembre de 1978; eso al menos indicaba una concentración de tropas en la frontera. Aventado el peligro inmediato de una guerra entre Chile y Argentina por la intervención de Juan Pablo II, un caso extraño llevó a Perú a expulsar al embajador de Chile, Francisco Bulnes, un respetado político chileno. La frialdad caracterizó a las relaciones en eta década de extremo aislamiento de Chile y de manifiesta debilidad internacional en lo político y en lo militar. 5. Distancia política y distensión La vuelta a la democracia en Perú en 1980 llevó nuevamente a Fernando Belaúnde, al gobierno, y de inmediato envía un nuevo embajador a Chile y con eso se normalizan las relaciones. Si bien Belaúnde tenía lazos con la oposición democrática al régimen militar, especialmente con las Democracia Cristiana, de su gobierno emanaba confianza en el sentido de que no habría mayores alteraciones con Chile. Sólo hubo una nube a raíz de la Guerra de las Malvinas, en las que Chile se vio en una situación incómoda de virtual aislamiento y de amenazas latentes de parte del gobierno de Galtieri. El apoyo militar de Perú a Argentina, aunque formalmente correcto en términos de solidaridad americana era visto con tintes anti-chilenos en Santiago. En todo caso, comparada con la década anterior el Perú de Belaúnde era un remanso para el gobierno chileno. A la vez la posición a Pinochet podía aducir que el peruano era un anuncio de una ineluctable oleada democratizadora, lo que al final sería así. El joven Alan García por el contrario aparecía como una figura amenazante, y quizás en los temores y esperanzas más próximas a una oposición más radical en Chile. Sus

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