Generación de diálogo Chile-Perú / Perú-Chile: documento 2 : aspectos históricos
74 | Capítulo IV | De la paz final a la paz herida proyectos de integración como una manera de fortalecer tanto a las escasas democracias en la región, y ser además una forma de cooperación internacional que fuera sepultando definitivamente la carga del pasado. Por ello, Lima se sumó a el proyecto de integración sub regional, el Acuerdo de Cartagena de 1969. Por cierto, de todo esto se esperaba un inédito proceso de desarrollo económico dentro de las coordenadas de economía política estructuralista de mercados protegidos y de alta intervención del Estado. No fue sin embargo Belaúnde el que firmó el Acuerdo de parte de Perú, sino que su sucesor, el jefe del régimen militar peruano, General Juan Velasco Alvarado. Este creó un tipo de régimen entonces minoritario en nuestra América aunque muy representativo de sistemas políticos dictatoriales del Tercer Mundo. Aunque Velasco apoyaba con mayor fuerza los proyectos de integración al menos en un plano teórico – porque como se sabe el Pacto Andino no produjo resultados significativos – el golpe de octubre de 1968 fue recibido con desaliento en la Moneda y creo una sensación tácita de cerco e incomunicación. Ello, entre otras razones, porque Chile junto a Uruguay quedaron, aparte de Venezuela y Colombia, como las únicas democracias en la región y ya con síntomas de crisis. Sin embargo la izquierda chilena pasó a poner al régimen de Velasco Alvarado como un modelo algo menor que el caso de Cuba, de todas maneras significativo, y ya como candidato Salvador Allende le envía una carta llena de elogios por su labor, y manifestando que deseaba tener las mejores relaciones con su gobierno. Es cierto que no todo era admiración ideológica, también se temía que un gobierno de izquierda en Chile pudiera ser aislado internacionalmente. Y a la vez, muchos en Chile comenzaron a ver lo que más adelante y hasta ahora se mantiene como un artículo de fe en nuestro país, que el gobierno de Velasco Alvarado se propuso como proyecto el propósito firme o al menos acariciaba la idea de una guerra revanchista con Chile. Sobre la actitud de Velasco hacia el gobierno de la Unidad Popular en Chile no tenemos más que especulaciones. Es indudable que la aureola progresista pasó de Lima a Santiago en los tres años que seguirían al 3 de noviembre de 1970. Sin embargo esto le permitió a Velasco aproximarse a Cuba y a la Unión Soviética, y a la vez, aparecer como más moderado que Chile ante la comunidad interamericana. Así pudo arreglar su conflicto con Washington por la expropiación de intereses petroleros mientras que Chile aparecía con una postura más rígida por la nacionalización del cobre. De todas maneras el gobierno de Velasco Alvarado le sirvió a Allende de apoyo diplomático en la diplomacia americana. Sin embargo al interior de Chile no se dejó de crear una creciente alarma por las masivas compras de armamento soviético por el ejército y la fuerza aérea peruana, que las dejaron en un claro papel de superioridad frente a las de Chile. A la vez cundían las sospechas acerca de las intenciones del gobierno militar peruano. Esta inquietud desempeñó un papel en los debates institucionales dentro de las fuerzas armadas chilenas que precedieron al golpe de estado. A partir del 11 de septiembre de
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