Generación de diálogo Chile-Perú / Perú-Chile: documento 2 : aspectos históricos

72 | Capítulo IV | De la paz final a la paz herida En el caso de Chile tres batallas de su historia – Rancagua en 1814, Iquique en 1879, La Concepción en 1882 – son los acontecimientos más celebrados, parte de la imaginería nacional. Para el Perú, existe un antes y un después de la Guerra del Pacífico, y lo mismo desde luego es en el caso de Bolivia. En cierta medida bastante menor, esto es análogo para la mirada de Ecuador ante Perú. Obviamente, esta imagen que llegó a la cultura cívica no es propia solamente del período que aquí trato, sino que cruza toda la historia de más de 100 años hasta el presente, como lo testimonian tantas experiencias cotidianas. Quizás ha habido alguna amortiguación y declive, más en Chile que en Perú, pero poseen todavía la capacidad de plasmarse en juicios relevantes para nuestro tiempo en lo que a miradas mutuas se refiere. Y siguieron muy presentes en las décadas que empezaron en 1930, al día siguiente de la firma del Tratado. No se desarmaba del todo a los espíritus, que como sabemos es la base fundamental de la paz. No habrá que añadir como novedad que la principal hipótesis de guerra de las respectivas fuerzas armadas continuó y continúa siendo la de un conflicto vecinal, y la potencialidad de esta disposición se probó con creces en los años setenta. Una política de olvidar el pasado implicaría una negación, el ignorar conscientemente una parte importante del devenir de nuestros países. Iría contra la proclamada importancia de la “memoria”. La alternativa de constr uir a los héroes, amén de poco realista, trae consigo un vacío en el alma cívica que es difícil que sea ocupado por nuevas emociones que produzcan lealtad. Desde luego, en este aspecto existen una multitud de pareceres. Parece ser que el destino de un pueblo civilizado debe ser el sostener de manera simultánea visiones y sentimientos acerca de su identidad que parecen contradictorios vistos en sí mismos, pero que pueden contribuir a una nueva noción de “equilibrio social” y de instalación en aquello que den ominamos “realidad”. Una mirada será aquella de agradecimiento al pasado, en la que se incluya el culto a sus momentos definidos como “heroicos”. Otra será aquella que desde alguna distancia pueda distinguir logros e insuficiencias como parte de un desafío para el presente. Una gran tarea, que a veces atemoriza por lo ardua de emprender. 3. Un conflicto latente en la retaguardia de la conciencia Las hipótesis de conflicto no suponen un mero “juego de guerra”, lo que podría ser inocuo. Están provistas del potencial de ordenar conductas internacionales. Durante la Segunda Guerra Mundial en Chile se desarrollaron dos temores. Por una parte Chile asumió una actitud militante en el concierto americano notoriamente más tarde que en Perú. En la Primera Guerra Mundial Chile fue neutral hasta el fin en 1918. Ello suponía un “retraso” en comparación con Perú. En 1942 Chile junto a Argentina reclaman el derecho de conservar sus relaciones diplomáticas con el Eje, aunque cooperando en otros aspectos de seguridad y económicos con las potencias aliadas. Cuando Chile debe cambiar de política, a fines de 1942 para culminar con la ruptura con el Eje en enero de 1943, el argumento de que Perú se armaba gracias a su apoyo

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