Generación de diálogo Chile-Perú / Perú-Chile: documento 2 : aspectos históricos
70 | Capítulo IV | De la paz final a la paz herida siglo que seguiría a los Pactos de Mayo de 1902 existe un estado general de paz fecunda en el Cono Sur, con las limitaciones que se explicarán. Desde esta perspectiva el tratado de 1929 fue un remanente de un proceso que para Chile había tenido su punto más alto en los Pactos de Mayo. El Tratado de Lima pareció una culminación de un esfuerzo tenaz y prolongado que incluyó fijar de acuerdo al derecho internacional los límites de Chile, y que mirado al conjunto del cono sur era parte de un proceso también general de conclusión de la fijación de las fronteras y límites territoriales y marítimos de toda la región. Era un complemento a la emancipación iniciada en 1810. Este tratado fue mirado con gran alivio en Chile y considerado como un logro el alcanzar una paz que no iba a tener ninguna nube, salvo el del recuerdo como pasado. También en Chile se tenía entendido que por su carácter transaccional respondía también a intereses del Perú que lo podía ver como un triunfo de su causa. En el Perú sin embargo las opiniones estaban más divididas, si bien no cabía duda de que era un tratado de paz final y en su momento, en general, fue bien mirado aunque la posterior caída de Leguía debilitó un tanto su legitimidad. Lo que fue evidente eso sí es el mejoramiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países y una tendencia a la cooperación en temas americanos, algo completamente ausente en los cincuenta años anteriores. A raíz del conflicto de Leticia entre Perú y Colombia, Chile rompiendo una tendencia anterior, mostró una actitud de prescindencia y que hasta se podría calificar de ligeramente pro peruana como manera de mostrar buena fe en las relaciones. Al menos eso es como en Chile se ha explicado este período que siguió al Tratado. 2. La paz incompleta: los años de normalidad y de la cultura cívica patriótica En las tres décadas que siguieron al tratado la idea principal que presidió en las relaciones era que el tiempo curaría las heridas, uno de los viejos sueños de la humanidad que no siempre se cumplen. Varios hechos indicaban hacia la dirección optimista. Aunque en la Segunda Guerra Mundial en una primera etapa Chile y Perú mantuvieron posiciones diferentes, el marco de las conferencias hispanoamericanas entre 1933 y 1945 ofreció un ambiente de cooperación e interacción que parecía amortiguar y hasta superar toda desconfianza o malentendido potencial. Esta posibilidad culmina con la declaración de las 200 millas en 1947, una iniciativa que innovaría en el derecho internacional, y los tratados complementarios (considerados ahora por Perú como simples acuerdos pesqueros) de 1952 y 1954, firmados entre tres países limítrofes que habían tenido guerras entre sí. Todo esto auguraba el paulatino olvido de los conflictos del siglo XIX, sumergiéndose las relaciones bilaterales en el contexto de las multilaterales de la segunda mitad del siglo XX.
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