Generación de diálogo Chile-Perú / Perú-Chile: documento 2 : aspectos históricos
58 | Capítulo III | Una mirada regional a l as relaciones entre Perú y Chile… de la conversación en las puertas, siempre abiertas, de los hogares pampinos. Fueron ciertamente las festividades los mejores momentos de la convivencia. En las cofradías los bolivianos se destacaban, como también para navidad con sus nacimientos, mientras los peruanos lo hacían en las comidas, en las estudiantinas y en las filarmónicas. La masacre pampina-obrera del 21 de diciembre de 1907 puso a todos en una situación extrema, fue cuando se manifestaron los sentimientos más nobles y las pasiones más bajas. En esos instantes cuando la vida y la muerte están separadas por una línea que se puede cruzar de un minuto a otro solo con una decisión. Peruanos y bolivianos, pudieron evitar su muerte, porque se les ofreció abandonar la escuela Santa María minutos antes de la masacre. Esa decisión vital ha sido recordada por generaciones en el norte de Chile y la propia masacre obrera ha sido recogida por literatura chilena, donde podemos identificar la “Cantata de la Escuela Santa María”, escrita por Luis Advis; la obra de teatro “Santa María del Salitre” de Sergio Arrau; en poesía, el poema más conocido es el “Canto a la pampa” o “Canto de venganza” del obrero pampino Francisco Pezoa; y las novelas “Hijo del salitre” de Volodia Teitelboim y “Santa María de las flores negras” de Hernán Rivera Letelier; entre otras obras. El Perú, como Bolivia, amanecerá en 1908 con cientos de repatriados. Después de la masacre, los consulados de Perú y la Intendencia de Tarapacá entregaron pasajes para familias que decidieron partir a sus lugares de origen, para el caso peruano tenemos la siguiente información de ese consulado: “de los 542 pasajes del vapor "El Victori a", llegaron 300 al Callao el 18 de enero de 1908.” Numerosos repatriados regresaron al Perú también en el vapor "El Mapocho" con destino El Callao. Irónicamente, los patrones se enfrentan este año al problema recurrente que tendrán en la pampa salitrera cuando se está en la curva de auge productivo: la necesidad de mano de obra. La partida de miles de obreros con sus familias de regreso a sus lugares de origen fueran estos en Chile, Perú o Bolivia, obligó a los salitreros a organizar enganches para cubrir la falta de trabajadores, los que por cierto llegaron por miles. En una comunicación del cónsul de Bolivia en Iquique, Arístides Moreno, a su Ministro de Relaciones de Exteriores y culto, señala lo siguiente: Algunos días después del último censo, se produjo la famosa que, del 21 de Diciembre de 1907, fué disuelta en esta ciudad á viva fuerza, mediante descargas de ametralladoras y fusilería. A este violento acto siguió una inmediata y abundante emigración de trabajadores de esta provincia, y este Consulado, siguiendo instrucciones superiores, facilitó la repatriación de más de 2.000 de nuestros compatriotas, entre hombres, mujeres y niños. Producida, en consecuencia, una gran escasez de brazos en las oficinas salitreras, los interesados en esos trabajos enviaron comisionados á Bolivia, á enganchar gente. Con un gasto superior á 40 mil pesos y burlando la oposición de la Prefectura de
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