Generación de diálogo Chile-Perú / Perú-Chile: documento 2 : aspectos históricos
56 | Capítulo III | Una mirada regional a l as relaciones entre Perú y Chile… Ahí empezó la dramática carrera de la Timona, en un charco de sangre y lodo. Su hijo, atravesado por un lanzazo; su marido, muerto por la metralla. Ella, maltrecha, pero viva. Jamás, mientras latiera su corazón, podría olvidar esas horribles escenas […]. 35 Timona, nombre de ficción pero con antecedentes de realidad puede ser boliviana, peruana o chilena, pero sobre todo tarapaqueña. Siguiendo el registro de Alfaro Calderón, 36 tenemos el siguiente relato: Otro huelguista con un arrojo sin igual, al sentir las balas y al ver que sus compañeros caían, ofreció valientemente su pecho, diciendo:“¡Apuntad, aquí tenéis mi corazón!” Las balas penetraron en ese pecho viril, y de los altos de la torrecilla de la escuela rodó ese hombre fuerte y de gran corazón […]. 37 Se trata d el famoso “rucio” que la memoria popular recuerda, pero que no logra establecer quién fue, se señalan los nombres de Luis Olea Castillo, vice-presidente del Comité de Huelga, y de José Santos Morales, tesorero, pues ambos coinciden con esa descripción. El primero fue obrero y escritor, de tendencia anarquista, el segundo un comerciante ambulante (mercachifle) en las salitreras. Olea fallece en Guayaquil y Morales escapó a Bolivia, pero regresó a Iquique para volver a sus actividades de comerciante. Elías Lafertte, relata en su libro “Vida de un comunista” que: A las dos y media de la tarde una alarmante visita llegó a la Escuela. Eran los cónsules de Perú, Bolivia y Argentina. Pidieron hablar con los obreros de esas nacionalidades que se hallaban entre los huelguistas y los instaron a abandonar el local escolar, advirtiéndoles que si se negaban, los cónsules no responderían de ellos. La cosa era grave, pues los militares tenían órdenes de disparar y las balas no discriminarían entre chilenos y extranjeros. Los pampinos esperaron con curiosidad la actitud que iban a tomar los trabajadores extranjeros. En el trabajo, hay que señalarlo, existía perfecta igualdad entre ellos y los chilenos. En esa época, en que se viajaba sin pasaporte y no había las barreras y las leyes discriminatorias que existen ahora, argentinos, bolivianos, peruanos eran para nosotros exactamente como compatriotas, con iguales derechos y deberes. ¡A qué pampino se le habría ocurrido disminuir a un argentino o a un peruano, por su nacional idad. Si llamábamos “che” o “cuyanos” a los argentinos, “cholos” a los peruanos o “cuicos” a los bolivianos, era simplemente por caracterizarlos de algún modo, así como a los morenos se les dice “negro” a los rubios “rucio”. 35 Ibídem , p.77. 36 Carlos Alfaro Calderón, periodista iquiqueño que podría calificarse hoy como una persona políticamente de derecha, demuestra claramente que los sucesos de 1907 en esta ciudad fueron condenados por todos los sectores políticos. Los principales críticos de la masacre fueron, en el Senado, Malaquías Concha, demócrata, y en la Cámara de diputados, Arturo Alessandri Palma, liberal, quien llegó precisamente en 1915 al Senado de la República representando a Tarapacá y en 1920 a la Presidencia del país con gran apoyo de los pampinos. 37 ALFARO CALDERÓN, Carlos. Ob. cit. , p.57.
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