Generación de diálogo Chile-Perú / Perú-Chile: documento 2 : aspectos históricos
48 | Capítulo III | Una mirada regional a l as relaciones entre Perú y Chile… Mientras Iquique comenzaba a transformarse e n la “reina del Pacífico”. El capitán de la Royal Navy , William Castle, la visita en 1885 y encuentra una urbe con una catedral nueva; una estación de ferrocarril salitrero; tres clubes sociales (Iquique, Alemán e Inglés), en el club Iquique participaba la elite local peruana y chilena; un mercado o recova; dos hospitales, varias compañías de bomberos, una aduana, una placa bancaria y una escuela modelo como la Santa María, inaugurada en 1882. La ciudad cuenta con alumbrado a gas y comunicación telegráfica con las Oficinas salitreras y con Valparaíso y el Callao. 14 Juan Gil, un viajero que publicó un libro titulado La revolución chilena , editado en Santiago en 1892, en el capítulo X fechado en Lima 27 de junio de 1891, dice de Iquique: “la reina del desierto con sus campanarios y torrecilla y minaretes brillando al sol que entibia las aguas de su bahía, poblada de barcos de todas las naciones, hacia las cuales descienden de los muelles miles de obreros, trayéndoles las riquezas del desierto”. 15 Esta reina del desierto había sido construida física y socialmente por una población mayoritariamente peruana y chilena, sin desconocer a otras nacionalidades, pero fueron estas dos las que están en lo más profundo de la pátina cultural de la identidad tarapaqueña. Un viajero francés, André Bellessort, quien arribó a este puerto en 1895, se refiere a Iquique como “una ciudad monstruosa a la que hay que reabastecer sin cesar. En medio de sus salitres blancos, amarillos, violetas y rosados, se parece a Simbad el Marino, que muere de inanición sobre montones de oro y de brillantes. Iquique siempre hambreado escruta el horizonte en búsqueda de barcos que traigan carnes frescas y forraje para sus bestias. El sur le envía el ganado, legumbres, heno; el norte plátanos, granadas, “paltas”, todos estos frutos de los trópicos que dejan al paladar como un gusto de perfumería. Chile abastece con platos fuertes, el Perú aporta las golosinas del desierto. Sobre la mesa de un iquiqueño, la pierna de cordero representa los chilenos, pueblo sólido y práctico, y la nata batida de la “chirimoya” simboliza la fineza peruana”. 16 Esta mezcla peruano-chilena en la comida tarapaqueña siempre ha sido una característica, los “picantes” eran platos imperdibles junto a la cazuela en la pampa salitrera, como el vals peruano en los salones. Iquique era como un velero, debía surtirse de todo, incluyendo la propia madera (el famoso pino Oregón) que permitió construirla en medio de un desierto que carecía de grandes bosques, excepto los desgreñados tamarugos que sirvieron de combustible en las primeras décadas del ciclo del salitre. William Howard Russell, escribió: “el pueblo, siendo edificado en madera, ha sufrido grandes incendios, pero en ningún país 14 Véase: BRAVO ELIZONDO, Pedro y Sergio GONZÁLEZ. Iquique y la pampa, Relaciones de corsarios, viajeros e investigadores, 1500 – 1930. Antofagasta: Universidad José Santos Ossa, TER, 1992. 15 GIL, Juan. La Revolución Chilena (Impresiones de un Viajero ). Santiago: Imprenta Cervantes, 1892, p.130. 16 BELLESSORT, André. La Jeune Amérique. Chili et Bolivie . 3ra. Edición. París: Perrin et Cie., 1899.
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