La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
86 Cecilia Dockendorff De esta manera, el argumento no-antropológico permite construir un concepto de cultura que evita el prejuicio humanista de pretender que la sociedad está compuesta por individuos y la necesidad de utilizar los conceptos de sujeto e intersubjetividad. El argumento no-antropológico facilita la construcción de un concepto de cultura que entiende a los individuos como sistemas autopoiéticos acoplados a los sistemas sociales en la comunicación. 1.3. El argumento comunicacional La selectividad forzosa y la situación de doble contingencia en la que se encuentran alter y ego implican que deban desarrollar mecanismos que probabilicen la comunicación: las expectativas y las atribuciones. 11 ����� ����������� ��� ����������� Éstas constituyen las condiciones de posibilidad de la selectividad forzosa, la que, a su vez, permite el surgimiento de la comunicación. Alter y ego, personas, sistemas síquicos autopoiéticos, en situación de doble contingencia, se observan y desarrollan expectativas y atribuciones. Alter selecciona una información y la expresa a través de una conducta de notificación; ego, por su parte, distingue entre la información y la notificación de alter y, con base en ella, la acepta o la rechaza; en ambos casos, comprende (Luhmann, 1991: 151-186). Ahora, las expectativas y las atribuciones de alter y ego ponen en marcha el sistema comunicacional y lo hacen posible, pero, una vez iniciada, la comunicación se autonomiza, se produce la formación de sistemas autorreferentes. Cada comunicación se basa en la comprensión (aceptación o rechazo) de la información notificada anteriormente y la autorreferencia consiste, precisamente, en que los elementos que se relacionan con los otros elementos del mismo proceso se remiten a sí mismos (Luhmann, 1991: 151-186). Ello implica que es necesario diferenciar la comunicación, como orden emergente, de los participantes en ella, si se quiere comprender la forma en que la teoría la concibe. Por supuesto, ambos niveles sólo se pueden diferenciar analíticamente, puesto que en su operación se implican mutuamente. Pero a la unidad de la comunicación sólo le corresponden las tres selecciones participantes, de modo que los individuos permanecen en el entorno. Lo anterior nos lleva a tener que aceptar lo que parece un contrasentido: no son los participantes en la comunicación los que comunican sino sólo el sistema comunicacional. Eso hace de la comunicación un proceso y no un acto individual; una relación, y no una transmisión de un individuo a otro. Se trata, sin embargo, de un proceso homogéneo y cerrado sólo respecto de la relación entre las selecciones, pero que a la vez permanece abierto a recibir la irritación de alter o ego como instancias que participan en el proceso comunicativo. 11 Lo que tanto ego como alter se atribuyen mutuamente pueden ser acciones o vivencias. La acción es una selección que alter atribuye a ego cuando la percibe como expresión en la comunicación, es decir, es atribuida al sistema comunica- cional, y la vivencia es aquella selectividad atribuida a la conciencia del otro, esto es, al entorno de la comunicación.
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