La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
Lineamientos para una Teoría Sistémica de la Cultura 83 adoptar dicha perspectiva, aceptando la radicalidad y heterodoxia de sus premisas, obedece a que estamos convencidos de que permite comprender la sociedad con una profundidad nunca antes alcanzada, ya sea que nos anime sólo un propósito explicativo científico o, además, un afán de intervención o emancipación respecto de la crisis en la que se auto-observa la sociedad contemporánea. 1.1. El argumento epistemológico Si queremos utilizar la teoría de sistemas sociales para la construcción de una teoría de la cultura, lo primero que debemos dilucidar es si compartimos su fundamentación epistemológica, puesto que de ella se desprenden las categorías conceptuales que la diferencian de las aproximaciones teóricas tradicionales en ciencias sociales. La epistemología que sustenta la perspectiva luhmanniana se inscribe en las llamadas epistemologías constructivistas. Estas enfrentan el proceso que produce conocimiento y construye realidades sociales, distanciándose de las explicaciones o argumentos realistas que aún utiliza la tradición sociológica. Es más, Luhmann sostiene que estas últimas permanecen entrampadas en lo que, siguiendo a Gastón Bachelard, llama obstáculos epistemológicos (Luhmann, 1998a: 52). Para efectos de nuestra utilización de la teoría de sistemas sociales en la perspectiva del desarrollo de una teoría de la cultura, los dos más destacables de estos obstáculos epistemológicos o prejuicios sociológicos, son la teoría del conocimiento que diferencia sujeto de objeto, y el “prejuicio humanista”, es decir, la creencia de que la sociedad está compuesta de seres humanos o de relaciones entre ellos. La separación sujeto-objeto supone la existencia ontológica de un mundo real, objetivo, que es aprehendible por el sujeto cognoscente. Contrariamente, desde las ya clásicas teorías cibernéticas y sobre el funcionamiento del cerebro y el sistema nervioso, entre las que se incluyen las de Heinz von Foerster (Von Foerster, 1990: 85- 89) y Humberto Maturana (Maturana y Varela, 1984: 97-117) permiten sostener que la percepción se basa en una interpretación interna de estímulos no diferenciados, lo que significa que lo que se conoce del mundo es el resultado de procesos internos del sistema cognoscente. Desde estas perspectivas científicas, el conocimiento no se basa en su correspondencia con la realidad externa, sino en las construcciones de un observador. Lo que éste interpreta como datos externos no son sino distinciones que, al comunicarlas como descripciones, aparecen como datos objetivos de la realidad (Arnold, 2004). De este modo, la fundamentación constructivista de la teoría de sistemas sociales sustituye la diferenciación clásica sujeto/objeto por la de un observador que realiza distinciones. Este observador deja de ser descrito como un “sujeto” para ser conceptualizado como un sistema autónomo, autorreferencial. Al proponerse Luhmann superar los obstáculos epistemológicos, adopta la decisión teórica de utilizar el concepto de sistema, precisando que por sistema no
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