La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
La sociedad como sistema autopoiético: fundamentos del programa sociopoiético 69 de una parte que intenta dar cuenta del todo y, con ello se constituye como un medio reflexivo que contribuye, no solamente a comprender la hipercomplejidad de la sociedad, sino a activarla. La consecuencia de esta posibilidad es que su teoría de la sociedad, en tanto análisis autológico de la misma, asume la función de introducirle mayor complejidad reflexiva. Pues, como toda construcción social, sus análisis se exponen inevitablemente a otras observaciones y descripciones y pueden ser, por lo tanto, recursivamente aceptados o rechazados, volviéndose temas de comunicación y objetos de nuevas observaciones y descripciones. Muchas de sus ideas pueden estabilizarse, constituyendo lo que en cibernética se explica como estados propios (Eigen y Schuster, 1979), como hoy se aprecia en la generalización de nociones como complejidad y sistemas, y más tempranamente en nuestras concepciones del tiempo y del espacio, que sólo guardan relación con una sucesión de convencionalidades. Por cierto, queda pendiente evaluar las posibilidades o desventajas que tiene la sociopoiesis, en tanto programa científico, para la transformación, en principio semántica, de las estructuras más profundas de la sociedad. Los destinatarios de las investigaciones anticipan el efecto social de las comunicaciones que provienen de estudios sociopoiéticos. Éstos incorporan sus respectivas determinaciones, tanto al momento del diseño de un estudio como en la presentación de sus resultados. Ellos definen los umbrales de resonancias de los mismos. En este sentido, cabe aclarar que las descripciones y explicaciones que ofrecen los informes sociopoiéticos tienen, al menos, cuatro proyecciones: la comunidad científica, que apela al cumplimiento de cánones que implican condiciones específicas, como la causalidad; el auto-reconocimiento, en el cual el criterio para validar el informe responderá a la concordancia con las auto-representaciones de los observados; los intereses de patrocinadores comprometidos en tomas de decisiones, que sólo computan informaciones que contribuyen al apoyo de su performatividad, y finalmente, los efectos noticiables de los resultados de los estudios, es decir, su posibilidad de re-comunicarse ante la opinión pública a través de los medios masivos de comunicación que multiplican las posibilidades de observar comunicaciones como ningún otro destinatario podría hacerlo. Para finalizar destacamos, como nuestros lectores pueden haberlo experimentado, que muchas de las premisas del programa sociopoiético se aplican en la investigación-acción desarrollada en el campo comunitario, como “indagación autorreflexiva” o construcción de “comunidades críticas” (Lewin, 1948; McTaggart, 1991), como en la evaluación iluminativa (Parlett, 1981) y la educación popular (Freire, 1980). También están presentes en los estudios cualitativos de opinión pública, sirven como marco de estrategias derivadas del etnodesarrollo (Partridge, 1966) o de la comunicación alternativa y se encuentran en la moderna planificación estratégica organizacional. En todos ellos la mirada de segundo orden, colocada hacia Bajo la denominación “ investigación de segundo orden ”, Julio Mejía, en un capítulo contenido en este mismo libro, discute los efectos de la reflexividad en el investigador y en la sociedad.
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