La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

La sociedad como sistema autopoiético: fundamentos del programa sociopoiético 61 observaciones de segundo orden son el mejor medio para tener acceso a ellas. Con estos procedimientos recupera las claves con que se produce la realidad social y sus conocimientos, abriendo posibilidades al entendimiento de sus operaciones más encubiertas. La ganancia del observador de segundo orden se extrae de la posibilidad de distinguir a sus observados, y los medios con que éstos distinguen, utilizando otros tiempos y distinciones. Su aporte al conocimiento de la complejidad social consiste en desentrampar el cierre recursivo de las operaciones de observación, permitiendo indicar sus formas, es decir, distinguir cómo se distingue. Para ello, los investigadores se valen de tres estrategias: la condición de observadores externos que observan distinciones; la observación retrospectiva de observaciones, y la realización de operaciones desde un autoobservador, que se observa desde sus posibilidades de heteroobservación. Ella entrega perspectivas para enfrentar puntos ciegos, indicando lo que los observados no pueden observar y, por lo tanto, comunicar. El objeto de atención de la sociopoiesis son observadores que tratan su realidad como hechos del entorno, ignorando que ésta se funda en sus propias distinciones. Para los observadores de primer orden sólo hay lados y no formas. Este fenómeno tiene por consecuencia que el conocimiento de la realidad sea producto de operaciones de observación, cuyas formas deben suspenderse para hacer de lo que producen algo distinguible e informable. La eficacia de toda observación descansa en la invisibilidad de sus medios, esto significa que los observadores ignoran, implícita y explícitamente, que su realidad se produce por su propia concurrencia. En su momento distinguen “ cosas ” pero no lo que las distingue, como los pensamientos no saben de las operaciones del cerebro y los ojos no ven sus retinas. Por ejemplo, observaciones orientadas por la distinción justo / injusto no pueden incluirse como justas o injustas; la forma riesgo / peligro no puede evaluarse como riesgosa o peligrosa, y tampoco la belleza / fealdad puede señalarse como bella o fea. Pero registrar operaciones de observación desde otras operaciones de observación encierra grandes desafíos, pues toda observación arranca desde diferencias internas que hacen diferencias. Por eso, el observador de segundo orden está imposibilitado de clonar los esquemas de distinción que observa, no puede penetrar en ellos, solamente puede describirlos con las propias observaciones. Esa es la ley de hierro de toda observación. Aunque se observen observadores que observan, y que con ello puedan constituirse otros órdenes de observación, éstos sólo pueden realizarse como operaciones de primer orden (Luhmann, 1999a) que deben utilizar ciegamente sus distinciones. La observación de segundo orden posibilita registrar formas y distinciones no reconocidas por quienes las aplican, su aporte descansa en la posibilidad de registrar lo que otros no ven mientras ven (Luhmann, 1999c). Esta aproximación recupera el

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