La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

La sociedad como sistema autopoiético: fundamentos del programa sociopoiético 51 por la cibernética desarrollados por Heinz von Foerster (1985) y por Maruyama (1968); las ideas de Prigogine (1984) sobre el papel dinámico del desequilibrio en la autoorganización de los sistemas; la lógica de las distinciones de Bateson (1993) y la de las formas de Spencer-Brown (1971). Por el lado de las ciencias sociales y humanas, entre sus contribuyentes destacan las tradiciones marxistas en sus énfasis más estructuralistas; el estructural funcionalismo parsonniano (1988); los aportes de antropólogos como Goodenough (1971), que pusieron su acento en la identificación y descripción de los medios culturalmentedisponibles para categorizar experiencias; los trabajos de investigadores psicocognitivos como Bruner (1990) y muy especialmente la teoría de los sistemas sociales, en la versión producida por el sociólogo alemán Niklas Luhmann (1998, 1991), desde la cual derivamos los fundamentos de la propuesta sociopoiética. Se comprende que siendo tributaria de tantas y complejas tradiciones disciplinarias, la epistemología constructivista no se ofrece, como lenguaje o método, en una presentación monolítica o estabilizada. Ante ello, y para precisar nuestra orientación, nos detendremos brevemente en tipificar sus variedades. Para ello las diferenciaremos con respecto al estatus que asignan a la realidad, entre posturas “ blandas ” y “ duras ” y luego, según sus énfasis disciplinarios, las clasificaremos como “biológicas” o “sociales”. Desde las posiciones que denominamos “blandas”, la realidad se representa como un estado extrínseco al observador, y del cual es posible sacar conclusiones para explicar las convergencias y divergencias entre distintos observadores. De cierta forma, declarando que el conocimiento no se recibe pasivamente, estas posturas tienen por atractivo no romper con las nociones ontológicas, aunque sí problematizarlas.Dehecho,seencuentranamediocaminoentreelrepresentacionismo y el constructivismo radical. Los exponentes más destacados de este constructivismo moderado se encuentran en el campo pedagógico (Ausubel, et al ., 1983); en los fenomenólogos como Berger y Luckmann (1968); en las orientaciones de Piaget (1970, 1978); en el constructivismo sociointeraccionista que responde a la tradición iniciada por Vygotsky (1962) —más contemporáneamente por Gergen (1996)—, y en las teorías del conocer desarrolladas por Varela (1990, 1992) quien, apartándose de Maturana, declaró su escepticismo con la aplicación del concepto de autopoiesis más allá de los procesos celulares y terminó reespecificando la noción de clausura operacional con su concepto de enacción. Junto a lo anteriormente señalado, es característico de estos enfoques colocar a los individuos y sus procesos subjetivos al centro de los procesos constructivos de la realidad, con lo cual oscurecen sus explicaciones y se colocan del lado de las corrientes reduccionistas de lo social. Una original aplicación de la noción de enacción se encuentra en el capítulo de Antonio Hidalgo publicado en este libro.

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