La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
La sociedad como sistema autopoiético: fundamentos del programa sociopoiético 47 monocontextualizado estarían superados. Por ello, si para formas sociales como las sociedades segmentarias o estratificadas, descripciones desde un vértice fueron válidas, hoy son anacrónicas y de escaso valor explicativo. Se añade a lo anterior que ni el ámbito religioso, científico, político, legal, ni el económico o cualquier otro, desarrollan observaciones globalmente aceptadas sobre la sociedad, haciéndose más notorio el aludido déficit. La mayoría de los descriptores de la contemporaneidad coinciden al señalar que la sociedad mundializada experimenta profundas e inesperadas modificaciones. Recordemos el provocativo ensayo con que Fukuyama (1992) notificaba que algo fundamental estaba sucediendo y ponía bajo discusión la continuidad de la historia, bajo los mecanismos hasta ahora conocidos. Posteriormente, Castells (1997) documentó cómo ondas y cables, transportando ceros y unos a escala planetaria, con una inmediatez nunca antes imaginada, alteran las estructuras sociales que han posibilitado estas mismas tecnologías y Giddens (en Beck, 1998), uno de los grandes intérpretes de la modernidad, sostiene que vivimos en una época de finales. Estas imágenes describen una sociedad que se constituye en realidades fluyentes (Bauman,2000), cuya norma es la ausencia de permanencia y la constante inestabilidad de las síntesis, donde lo actual es apreciado como eventos contingentes frente a un futuro lleno de inciertas posibilidades. La mayor parte de las descripciones contemporáneas son más llamativas que precisas, se trata de teorías de alcance medio (Merton, 1974). Así tenemos que la revolución tecnológica de las comunicaciones da origen a la sociedad de la información (Castells, 1997), cuya cultura de la virtualidad genera una hiperrealidad (Boudrillard, 1991) que se construye desde imágenes de imágenes; los efectos de las tecnologías de la información darían pie a la sociedad de la vigilancia (Lyon, 1995); la desmembración de las instituciones a la sociedad postradicional (Giddens, 1993); las consecuencias no esperadas de la modernización a la sociedad del riesgo (Beck, 1998) y la confrontación de la misma a la sociedad en modernización reflexiva (Beck, et al ., 1997). Pero estas teorías no explican satisfactoriamente los fenómenos que describen y no van más allá de resaltar aspectos parciales de la sociedad, pues carecen de una concepción global de la misma y de su propia posición para observarla. Prácticamente todas las imágenes de la contemporaneidad destacan los efectos negativos que tiene la actual condición de la humanidad y los relacionan con la globalización y expansión del neoliberalismo, que tampoco aciertan a explicar. Estas entusiastas orientaciones críticas limitan examinar lo que más preocupa. La comprensión racional de la sociedad, que consiste en absorber teóricamente las contradicciones que se denuncian, se reemplaza por dudosas síntesis que dejan en suspenso el reconocimiento y asimilación de sus complejidades. Habermas (1998), por ejemplo, observa a la sociedad global sometida a crisis constantes y las explica
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=