La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

46 Marcelo Arnold 1. La sociedad contemporánea y su epistemología 1.1. El problema: autodescripción de la sociedad contemporánea La sociedad contemporánea se confronta en descripciones que dan pleno sentido a la indicación de Stichweh (2000), quien señala que la sociedad es mundial, pues allí están los límites de sus contenidos. Independientemente de nuestros deseos, los rasgos más destacados de la modernidad han sido expandidos a la sociedad global pues, a pesar de sus matices distintivos, el planeta está siendo afectado por los mismos procesos. Por eso, aunque la mayor parte de nuestras referencias están construidas desde los países centrales, los aspectos que se describen son, desde una perspectiva general, pertinentes para América Latina. Nuestra propuesta parte declarando que el conocimiento de la realidad está determinado por las condiciones presentes en la sociedad, vale decir, por las preguntas de la época y los medios comunes y científicos con que se intenta responderlas. Para el caso, tanto los discursos conservadores, que añoran la unidad perdida, como los liberales, que apelan a una racionalidad trascendental, coinciden en describir negativamente los actuales efectos de la actividad humana. En su mayoría denuncian que los valores dominantes, concentrados en el individualismo y la indiferencia, acrecientan el desinterés por la responsabilidad colectiva originando impactos negativos de todo orden. Colocando el acento en los individuos, los análisis llevan a suponer que la maldad, la falta de voluntad, el egoísmo o la ignorancia son causantes de los grandes problemas cotidianos. Cuando se acercan explicaciones a condiciones más estructurales, se extrapolan rebuscadas hipótesis acerca de prácticas confabulatorias a nivel mundial, y que terminan acusando a los países o transnacionales de siempre. Es común escuchar en nuestras comunidades, como grandes hallazgos, que los modelos desarrollistas inspirados en la lógica de la maximización de los beneficios económicos afectan peligrosamente al planeta, pero existen pocos aportes acerca de lo que hay detrás de ellos, y nada contundente se dice sobre cómo se mantienen las operaciones que se juzgan. Por defecto, ideologías acerca de las consecuencias perversas de la modernidad y de la pérdida de los consensos, dificultan el desarrollo de observaciones científicas con nuevos cuños. El optimismo ante los avances científico-tecnológicos se estrelló en el siglo XX, generalizándose un discurso que destaca la pérdida de razones universalmente vinculantes y la emergencia de un difuso estilo social y cultural, que fue rotulado por Lyotard (1986) como postmodernidad . Esta etiqueta refleja la incredulidad frente al proyecto de la modernidad y los modelos omnicompresivos que han normado las interpretaciones de la realidad. Sin poder contar con una naturaleza social unitaria o un único medio para la observación, los registros propios de un mundo

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