La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

352 Luis González generalizable y provocador de ansiedad de la condición humana, la gente se defiende contra experienciarla de muchas maneras” (Smelser, 1998: 6). Esta confrontación con un espacio de afectividad no ordenado por la racionalidad lleva a la idea de inconsciencia que está a la base de la ambivalencia: no logramos controlar no ordenar nuestra contradicción. Sin duda, esta ambivalencia tiene un correlato biológico: las pasiones, la afectividad, las emociones, recuerdan con potencia la naturaleza animal no domesticada pero evidente en la convivencia humana (Berman, 1992). A esta revisión de la ambivalencia afectiva a partir del psicoanálisis se le puede añadir una ambivalencia epistémica, un poco menos conocida, pero según Coloma (1992), abordada por el psicoanálisis freudiano, cuando dice que a pesar de todo su esfuerzo científico reconoce que “el mundo externo para el sistema consciente es el Aparato Psíquico” (Freud, en Coloma, 1992: 65) 82 72 . ¿No es acaso esta indicación plenamente consistente con la idea de autorreferencia revisada en este ensayo? Es más. El psicoanálisis puede llegar a plantear que en la díada analista/ analizado “más que aportar conocimientos, se ahonda desconocimiento” (Coloma, 1992: 63). En resumen, para el psicoanálisis no sólo cualquier aproximación al sujeto es autorreferente sino que, además, está cruzada por el desconocimiento e implica, desde el analista, una tensión hacia la reflexividad. 83 73 . 8. Conclusiones La sociología sistémica, al abordar el problema del conocimiento de lo social, debe considerar al cuerpo dentro de sus distinciones. No se trata de reducir la vida social a dinámicas biológicas, sino más bien aceptar que los sistemas biológicos están acoplados a los sistemas sociales y a los sistemas psíquicos y que esta coderiva se constituye en la condición de posibilidad para hacer las distinciones que realiza el investigador social. No se tratade reducir los fenómenos lingüísticos y comunicativos aunabiología del conocimiento, sino de reconocer el fenómeno del conocer como emergente en la interacción de sistemas de distinta naturaleza. Este reconocimiento implica aceptar que el conocimiento científico de lo social está cargado de ambivalencia y afectos. Esto está siendo estudiado y comprobado desde una reciente pero muy nutrida área de estudio: la psicología social de la ciencia (Iñiguez y Pallí, 2002). La resistencia a admitir un componente biológico, ambivalente y afectivo en el conocimiento de lo social, tiene que ver más con la resistencia a la aceptación de la ajenidad y la otredad en la existencia y el conocimiento del investigador. La comprensión de esta reflexividad que permite ir creando y recreando al 82 Por otra parte el psicoanálisis ha tenido un impacto importantísimo en las ciencias sociales. Por solo poner un ejemplo, la teoría de Levi-Strauss (Mallorquin, 1999). 83 Mi lectura es que entonces, a este nivel epistemológico, la ambivalencia no es afectiva o de conteni- dos, o de verdadero/falso, objetividad/subjetividad, sino de heterorreferencia/autorreferencia.

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