La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

Sentido de vida, juventud y modernidad 321 éstos (Giddens, 1995). El fracaso personal, la responsabilidad por la propia tragedia, son rasgos de la modernidad y no caracterizan a la cultura premoderna o tradicional en la que la libertad era subordinada a la idea de un destino. En el mundo tradicional, una institución específica de autoridad que destacaba era la religión. En prácticamente todas las culturas premodernas existía un solo orden religioso; aun si contaba con detractores, éstos no constituían una amenaza para el sistema de creencias dominante. Si bien la autoridad religiosa no eliminaba la incertidumbre de la vida en lo cotidiano, daba una respuesta a lo que estaba fuera del control humano. En la modernidad, también existen sistemas de autoridad entre los que se encuentra la religión, pero la diferencia fundamental con el mundo tradicional está en que en la actualidad las formas tradicionales de autoridad son una forma de autoridad más entre otras. Los sistemas expertos constituyen autoridades en la modernidad pero están lejos de la posibilidad de ofrecer certezas absolutas. Por supuesto no se vive en la cotidianeidad bajo una permanente sensación de incertidumbre o duda constante; éstas se evitan mediante una mezcla de rutin a y entrega a un cierto estilo de vida, que contempla la evaluación de los riesgos y determinados sistemas expertos, pero que es asumida por el individuo y no por una única autoridad. Las características hasta aquí esbozadas tienen su correlato en el extremo sur de Latinoamérica, específicamente en Chile, país que no ha escapado de la corriente modernizadora. Sin embargo, cabe señalar que los factores locales juegan también un papel importante. Según escribía a fines de 1980 el sociólogo chileno Morandé (1987), en América Latina todavía no se había producido la transformación hacia la modernidad, manteniéndose la vigencia de los sistemas simbólicos tradicionales. Para este autor, la coexistencia de modelos culturales daba como resultado una grave crisis de identidad. Más recientemente, Robles (2000) plantea que esta situación de coexistencia profundiza los aspectos problemáticos de la modernidad generando, entre otros, mayor exclusión social, mayor inseguridad, discriminación, individualización vivida como individuación 70 61 lo que, a su vez, deriva en una grave crisis de sentido. Otros autores concuerdan en que los efectos que ha acarreado en Chile el proceso de modernización distan de ser positivos: se la ve como una sociedad despolitizada y mediatizada, que anhela seguir el modelo norteamericano (Larraín, 2001), y con un precario equilibrio entre orden y desorden (Jocelyn-Holt, 1997). A la reiterada mención de la exclusión social se agregan el consumismo, la debilitación de los vínculos sociales, la inseguridad ciudadana, la intolerancia, la baja participación 70 Robles (2000) aclara que en los países subdesarrollados, en los que se observa la polaridad “inclusión – exclusión social”, es posible diferenciar el proceso de individualización del de individuación. El primero hace referencia a la construcción de la identidad en la inclusión social, es decir, “haz de tu vida lo que quieras”, en cambio la individuación alude a la construcción de identidad en la exclusión social, en otras palabras, “arréglatelas como puedas”.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=