La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

Sentido de vida, juventud y modernidad 317 Abordar la cultura desde la perspectiva cognitiva resulta compatible con una mirada constructivista, en tanto se asume que los individuos cuentan con un repertorio cognitivo que está construido socialmente. Para Bruner “la cultura nos equipa enseguida con nuevos poderes narrativos gracias al conjunto de herramientas que la caracterizan y a las tradiciones de contar e interpretar en las que comenzamos a participar muy pronto” (1998: 86). Por otra parte, desde la antropología, Handwerker (2001 y 2002) entiende el concepto de cultura como definido y manejado a distintos niveles, desde el individual o personal hasta el colectivo o social. Para este autor, cultura es, en primer término, el conocimiento que la gente posee y usa para vivir. En segundo lugar, la observación permite constatar que no todos tenemos los mismos conocimientos: las diferentes personas poseen y manejan conocimientos que las separan de las demás. Cada persona construye el mundo en que vive a partir de sus propias experiencias, que van marcando su trayectoria vital y muestran lo que conoce y hace en las distintas etapas de esa trayectoria. A través de variados medios —televisión, lecturas, viajes, estudios, conversaciones— vamos adquiriendo nuevos conocimientos y variando nuestro pensar acerca del mundo y nuestro actuar en él. Nuestras relaciones con otras personas nos permiten participar activamente en el proceso de cambio individual y colectivo, incidiendo, a la vez, en la creación de conocimiento y de pautas compartidas que llegarán a conformar el contexto o medioambiente sociocultural en el cual transcurre la vida cotidiana. Debemos considerar, además, los distintos tipos de agrupaciones que nos reúnen con otros seres humanos, en diferentes niveles de importancia, en distintas etapas de nuestra historia personal y para diversos propósitos. Los grupos se conciben como conformados por personas que comparten algunos puntos de sus configuraciones individuales de cognición, conducta y emoción. Las culturas “consisten de las configuraciones en evolución de cognición, emoción y conducta en la intersección de conjuntos culturales individualmente únicos” (Handwerker, 2002: 106), y que constituyen los patrones recurrentes que serán el medioambiente en que nosotros y los que nos rodean desarrollamos nuestras vidas. En consecuencia, debemos considerar las diferentes configuraciones en distintos niveles, que dan cuenta de la variación cultural, junto con las intersecciones de esas configuraciones, que dan cuenta de aquello que compartimos como miembros de grupos y culturas. Como hemos dicho, los seres humanos concebimos la vida social como llena de significación; es decir, por el hecho de vivir en agrupaciones de distintos niveles, cada uno de nosotros aprende y reproduce modos de pensar, sentir y actuar que entendemos de acuerdo a pautas de significado. Entre tales pautas tenemos las categorías conceptuales que creamos y utilizamos para simplificar y ordenar el mundo y vivir en él. Estas categorías, de nuevo a diversos niveles de generalidad, no son estáticas, ni en el tiempo social o colectivo (sufren variaciones en la historia de la

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