La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
312 Daniela Thumala y Fresia Salmas (Álvarez, 2000: 153). Desde diversos ámbitos de pensamiento y conocimiento se ha abordado la pregunta por el sentido; algunos de ellos serán considerados aquí. Desde la filosofía, a través de la historia de esta disciplina, se han desarrollado gran cantidad de discursos sobre el tema. Así, en el ámbito de la ética, en el siglo I d.C. Séneca se refería a la felicidad, relacionándola con el fin o propósito de la vida humana. Para Yepes y Aranguren, la felicidad estaría vinculada con la existencia de un propósito “que unifique los afanes, tendencias y amores de la persona, y que dé unidad y dirección a su conducta” (1998: 157). Para estos autores, la tarea del vivir es la consecución de la felicidad y el sentido de la vida: “descubrir el sentido de la propia vida es alcanzar a ver a dónde lleva, tener una percepción de su orientación general y de su destino final” (1998: 164) y no nos preguntaremos por el sentido de la vida hasta que perdamos el rumbo, es decir, cuando la vida se perciba como problema. En el ámbito de la psicología, destacan en relación al tema el pensamiento teórico y la acción terapéutica de Viktor Frankl (1982, 1984), quien desarrolla la logoterapia a partir de la idea de que la vida sana es aquella que tiene o se le otorga un sentido. Para Frankl, cada uno debe descubrir el sentido en cada situación experiencial y la vida con sentido es aquella guiada por valores o fines trascendentes, es decir, más allá del Yo. Tal como refiere “nos sale al paso un fenómeno humano que yo considero fundamental […] la autotrascendencia de la existencia humana. Quiero describir con esta expresión el hecho de que en todo momento el ser humano apunta, por encima de sí mismo, hacia algo que no es él mismo, hacia algo o hacia un sentido que hay que cumplir” (1984: 17). Desde la antropología, la cuestión del sentido de la vida escasamente ha sido tomada como problema de investigación empírica. Parece, entonces, interesante abordar la temática del sentido desde esta disciplina ya que, como toda noción, es configurada en una cultura que tiene determinadas características que influyen en su construcción. “Antropológicamente hablando”, escribe Gómez García, “es la cultura lo que confiere sentido humano a nuestras vidas” (2000: 2). Para Álvarez, un ámbito de fundamental interés para la producción de sentido es el de la significación de la propia existencia humana. “La pregunta por el sentido de la vida es una pregunta que se hace todo ser humano en la medida que siempre pretende dar plena significación a su vida. Es una necesidad fundamental de la naturaleza humana” (2000: 158). Desde la perspectiva del desarrollo humano, para el PNUD (2001), éste entraña “crear un entorno en el que las personas puedan hacer plenamente realidad sus posibilidades y vivir en forma productiva y creadora de acuerdo con sus necesidades e intereses [...]. Las capacidades esenciales para el desarrollo humano son vivir una vida larga y sana, tener conocimientos, tener acceso a los recursos necesarios para alcanzar un nivel de vida decoroso y poder participar en la vida de
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