La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
260 Fernando Robles deliberados a develar las estructuras formales y los etnométodos mundanos que realizan comunicativamente la aceptación de la comunicación, por medio de la suspensión de la suspensión de la “actitud natural”, no únicamente dejándose llevar por ella, como lo hace la fenomenología de la actitud natural. Recién entonces inicia su tarea deconstructiva y reconstructiva de las expectativas ocultas de la interacción, justamente cuando se desmorona lo que se da por descontado en la actitud natural (Weingarten y Sack, 1976). Nosotros queremos insistir en lo siguiente: el fundamento de la posibilidad de aceptación o de rechazo de la comunicación opera única y exclusivamente porque las propiedades indexicales del uso práctico del lenguaje siempre permiten activar una versión positiva y otra negativa de lo que se dijo, sin que ambas versiones sean lógicamente excluyentes entre sí. Si esto tiene que ver o no con la articulación de expectativas, ya no pertenece al dominio del uso práctico e indexical del lenguaje, sino al dominio de las articulaciones significativas de las observaciones lenguajeadas. Por lo tanto, no hay ni puede existir ninguna expectativa que opere previamente a la comunicación. Dicho con mayor radicalidad: si un observador en virtud de sus propias percepciones y cogniciones le otorga sentido a ciertas expectativas específicas, todo esto pertenece al dominio de su sistema psíquico (clausurado en sus propios pensamientos), pero no puede ingresar al sistema social de comunicaciones sin el medio lenguaje. Esto significa además que el medio sentido opera en los sistemas psíquicos sin necesidad de lenguaje, por lo que es inobservable, mientras que en los sistemas sociales no puede prescindir de su uso práctico. Dicho aún con más radicalidad: las expectativas que no se comunican, no existen. Arribamos a un punto donde nuevamente nos topamos con la distinción elemental y que guía a los sistemas sociales como órdenes emergentes: la ineludible distinción entre sistema y entorno. El teorema de la doble contingencia como realización práctica no tiene más pretensiones analíticas que romper con la visión de un mundo en orden, quiebra una apariencia de normalidad y es, en la teoría, una continuación de la reducción fenomenológica fundada por Husserl, con otros medios: descompone los fundamentos sobreentendidos y procura esclarecer emergencias donde todo parece libre de supuestos. La sugerencia metodológica es entonces: explorar este fenómeno con teorías capaces de declarar lo improbable como normal y donde, por lo tanto, lo normal es lo improbable. Lo que aquí se hace es negar la existencia de un punto arquimídico en la construcción de la sociedad y en este sentido, la EM y el CSO parecen ser hasta hermanos gemelos. El fundamento de esta confluencia, hasta ahora muy poco explorada, salta a la vista y fue formulada entre líneas por Luhmann en su última gran obra:
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