La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

242 Fernando Robles observador “privilegiado” excluye con ello al observador de primer orden y se excluye también a sí mismo en su afán de objetivación, esto es muy común de observar en las encuestas de la sociología compuestas de preguntas estandarizadas –sin siquiera conocer al observador de primer orden (que responderá la encuesta), el sociólogo objetivista ya sabe lo que le tiene que preguntar. Estas expresiones deben ser independientes del contexto pragmático de la situación de uso en la que dichas expresiones se producen. En este sentido, la expresión “A debe cerrar la puerta (p1) en el tiempo t1”, sería una expresión no indexical y por lo tanto objetiva. El procedimiento al que deben recurrir las ciencias exactas inspiradas implícitamente en este curioso “cartesianismo elemental” se sustenta entonces sobre la posibilidad de sustituir a las expresiones indexicales por proposiciones objetivas, las que además deben ser formalizables. Sin embargo, al fin de cuentas y a pesar de los esfuerzos formales que en estas metodologías se inviertan, estamos frente a un programa objetivista infructuoso, como argumenta Garfinkel. En efecto, todos los intentos por sustituir completamente a las expresiones indexicales por proposiciones objetivas tropiezan con la dificultad siguiente: en el proceso de sustitución obligadamente fluyen nuevamente expresiones indexicales, las que deben ser nuevamente reparadas. Esto hace que todos los programas de sustitución o de reparación se conviertan inevitablemente en paradójicos porque, queriendo suprimir la indexicalidad, se la reproduce. Cualquier desparadojización conduce nuevamente a una nueva paradoja, de tal manera que por ello dichos programas debieran ser obligadamente infinitos. Pero como estos programas, por razones puramente prácticas, no pueden ser llevados a sus últimas consecuencias y ser efectivamente perpetuos, se interrumpen y deben ser considerados como prácticamente exitosos. Quien proceda entonces a manifestar dudas respecto del éxito del programa e insista constantemente en sus objeciones demostrará con ello que pertenece al grupo de los insensatos, de los irrazonables, de los puristas o, entre sociólogos, se tratará de alguien que en lugar de ser científico social, mejor debió haberse dedicado a estudiar alguna disciplina “improductiva” como la filosofía. El núcleo gravitante de esta argumentación es el siguiente: la objetividad de las proposiciones científicas también tiene un carácter práctico. Más aún, el sistema de la ciencia para poder legitimar la finalización exitosa de sus estrategias metodológicas, recurre a menudo a los mismos etnométodos que los interactuantes ejecutan para generalizar ciertas “políticas de la realidad”, como la declaración de locura, la exclusión degradante y la estigmatización. Ahora bien ¿cuál es el significado del fenómeno de la indexicalidad para los agentes sociales, observadores de primer orden, que operan en los contextos de los sistemas de interacción? ¿Es para ellos también un motivo de zozobra, un fenómeno embarazoso o una circunstancia molesta? Del hecho que las expresiones comunicativas de la cotidianeidad sean indexicales, se desprenden consecuencias

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