La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
Sistemas de interacción, doble contingencia y autopoiesis indexical 237 La necesidad de mantenimiento de la complejidad representa una necesidad sóloselectivaentresuselementos, por loqueéstanopuedeser otraque laorganización de su autopoiesis. Por ello es que la autopoiesis de los sistemas especiales como son los de interacción, se desprende, a nuestro juicio, del fenómeno de la indexicalidad: no es posible introducir todas las expresiones indexicales potencialmente utilizables en el sistema, sino que el sistema, al enfrentarse sistemáticamente a una enorme presión selectiva, se obliga a discriminar entre muchas expresiones indexicales para temporalizar sólo algunas de ellas y actualizarlas (Bar-Hillel, 1974), construyendo contextos específicos. El mecanismo de selección que ejecuta la indexicalidad corresponde exactamente al uso de la reflexividad del sistema de interacción (Wieder y Zimmerman, 1976). Ella sería la imagen de la reducción de complejidad que el sistema ejecuta. Más adelante vamos a exponer cómo la reflexividad, desde las operaciones de observación de los propios sistemas de interacción, opera como su propio punto ciego. Para tematizar el fenómeno de observación de la complejidad, hay que distinguir entre la complejidad ilimitada e inasequible del entorno y la complejidad limitada del sistema en el entorno. En el primer caso, todo puede ser relacionado con todo, mientras que la complejidad estructurada del sistema sólo puede ser seleccionada contingentemente. Por lo tanto, se debe distinguir entre la complejidad de los sistemas y la complejidad de los entornos. En todo caso, la complejidad de los sistemas es siempre menor y sólo puede ser compensada mediante contingencia - usando patrones de selección. Pero en ambos casos existe un solo principio que obliga a la selección: el llamado principio de la reducción de complejidad. El mecanismo más poderoso de que disponen los sistemas sociales para reducir complejidad es el sentido, una herramienta que permite “comprimir” complejidad, dando cuenta del imperativo de selectividad al que están enfrentados los sistemas sociales (Luhmann,1997: 44). El CSO libera al concepto de sentido de las apreturas trascendentales y hermenéuticas pero lo desacopla también de la tradición weberiana, desde la publicación de un trabajo emblemático de Luhmann, que tanto para mí como para mi amigo Juan Luis Pintos, nos sirvió de llave de acceso a la teoría de sistemas post-funcionalista que entonces se inauguraba (Luhmann, 1971). Todo esto significa que, siendo las comunicaciones el tipo de operación que usan los sistemas sociales como sus operaciones genuinas, se convierten en enormemente restrictivas e improbables. Resulta asombroso que con una operación de este género se puedan configurar sistemas hipercomplejos: por ejemplo, que de la secuencialización de interacciones verbalizadas, el mismo sistema pueda obtener imágenes de sí mismo e introducirlas en el propio sistema (Wolff, 1977). Para que unas mínimas y frágiles condiciones de inicio puedan estabilizarse dando lugar a sistemas, hay una poderosa herramienta de representación de la complejidad: el sentido como la realización práctica, unida a un elevado grado de autorreferencialidad, que en los
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