La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

Sociología del método 215 oligopolios, monopolios y emergencia de precios en el mercado, aunque también ha encontrado espacios de aplicación en la ciencia política (emergencia y dinámica de coaliciones, negociaciones) y en la psicología social (toma de decisiones, comportamientos en situaciones cooperativas y no-cooperativas) (Shubik, 1996). Por cierto la investigación sistémica de la economía tendría mucho que ganar a través del análisis de la formación de precios. La propia pregunta de von Hayek acerca de cómo intereses no-económicos de tipo individual (expectativas, diríamos sistémicamente) se transforman en un orden económico espontáneo (operativamente clausurado) que pone a disposición medios para la realización de fines en forma de competencia y mecanismo de precios (Von Hayek, 1975), puede encontrar nuevas perspectivas de análisis a través de una aproximación metodológica basada en teoría de juegos y fundada en el marco heurístico de la teoría de sistemas. Lo mismo puede decirse en lo que respecta al campo de la política, aunque en esto ya hay avances en el campo sistémico (Willke, 1995). Me parece, sin embargo, que en términos más generales, el acercamiento metodológico de la teoría de sistemas al análisis de juegos puede aportar importantes perspectivas para la observación empírica de la emergencia de estructuras sistémicas, es decir, de procedimientos, reglas y, por tanto, de expectativas sedimentadas de comunicación. Para ello es necesario un movimiento: disociar a la teoría de juegos del dogma individualista de la rational choice y anclarla en la observación de las relaciones entre elementos (Edling, 2002), o, como lo indica S. Lansing: “[pasar] de los modelos estáticos de rational choice a la evolución de estrategias en el tiempo, y de las interacciones locales a sus efectos globales” (Lansing, 2000: 194). Bajo la forma básica y conocida del dilema del prisionero, la rational choice theory encontró su primer revés cuando en los años cincuenta J. Nash demostró que la decisión racional de ambos jugadores conducía a una situación generalizada en la que todos pierden (Nash, 1950). Más recientemente, R. Axelrod ha sugerido, con base en investigación empírica, que la continuación del juego en el tiempo permite la emergencia de patrones cooperativos a los que los jugadores se someten y por los que puede aceptar comportarse antiparetianamente perdiendo hoy para ganar mañana, es decir, en una situación de óptimo de Kaldor (Axelrod, 1997). S. Lansing concluye de esto lo siguiente: “Puesto que el éxito de estrategias particulares es dependiente de la frecuencia, el juego entero puede ser tratado como un sistema dinámico que evoluciona en el tiempo, con características globales que emergen de las interacciones locales de los jugadores y estrategias” (Lansing, 2000: 196). La formación de estructuras de sistemas funcionales, organizaciones e incluso de sistemas de interacción puede ganar mucho con la observación empírica de estos procesos a través del prisma de los juegos. Más aun, para el análisis de la formación de acoplamientos estructurales, donde cada sistema pone a disposición

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