La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

Sociología del método 187 dominante del siglo XX remite nuevamente a la existencia de las cosas en el mundo 29 22 o, en el mejor de los casos, a su aparición en el lenguaje (por ejemplo, Maturana y Varela, 1993). La pregunta constructivista central puede resumirse en la fórmula: cuál es la diferencia . La diferencia es producto de la poiesis de una descripción; digo de la poiesis y no de la descripción misma porque la descripción diferencia al describir, no antes ni después, y para ello está acoplada con el observador, se trate de un sistema interaccional, organizacional o funcional. 23 30 Es decir, la descripción y, con ella, la diferencia están acopladas irremediablemente a la comunicación. La poiesis de la descripción del observador en la comunicación es un doble acto emergentista, un fenómeno cobordante en la terminología de las catástrofes de René Thom (2000), es emergencia de la descripción misma (autorreferencia) y emergencia de la heterorreferencia aunque en la descripción, es decir, en la comunicación, no en ‘lo referido’, pues ‘lo referido’ tiene su propia (auto y hetero)descripción –si se ha de posponer la metafísica de la presencia y la objetividad a partir de la duplicación de la estructura de selección que supone el teorema de la doble contingencia (Luhmann, 1991: 119). Todo acto de conocer trae un mundo a la mano (Maturana y Varela, 1993: 13), cuando se distingue nace un universo (Maturana y Varela, 1995), señalan en diversos lugares Maturana y Varela. La poiesis de la descripción es emergencia del mundo en la descripción, es autopoiesis del mundo, socioautopoiesis si la (auto)referencia es la sociedad (Arnold, 2003). La autopoiesis de la descripción es, por tanto, un mecanismo generativo de sí misma como descripción, por ello es continencia perfecta en el sentido de Spencer-Brown, porque en la poiesis descriptiva se genera lo que se describe: la poiesis es autopoiesis. En el lenguaje biológicamente impregnado de Maturana y Varela: ¿Y cómo sabremos cuándo hemos logrado una explicación satisfactoria del fenómeno del conocer? Bueno, el lector podrá, a estas alturas, imaginar la respuesta: cuando hayamos propuesto un sistema conceptual capaz de generar el fenómeno cognoscitivo como resultado del operar del ser vivo, y hayamos mostrado que tal proceso puede resultar en seres vivos como nosotros, capaces de generar descripciones y reflexionar sobre ellas como resultado de su realizarse como seres vivos al operar efectivamente en sus dominios de existencia. Desde esta posición explicativa habremos de ver cómo es que pueden generarse todas las dimensiones del conocer que nos son familiares (Maturana y Varela, 1993: 15). 29 Como en la parábola de Brecht citada en von Beyme “sobre una vieja controversia filosófica en China: mientras discutía la pregunta: ‘¿Es real el Río Amarillo o existe únicamente en las cabezas?’, el congreso de los sabios fue sor- prendido por una crecida y pereció” (Von Beyme, 1994: 200). 30 Excluyo de esto la operación de diferencias en el sistema psíquico, pues a la sociedad esto sólo interesa en la medida que opere en términos de comunicación, y para ello al menos tiene que haber interacción, es decir, comunicación en el modelo mínimo de doble contingencia.

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