La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
126 Rosario Rogel Salazar y Eduardo Aguado López conceptual podría contribuir a actuar con mayor cautela, y evitar suponer que los indicadores podrían sustituir a la realidad en sí misma. Lo anterior no implica, de manera alguna, un rechazo al uso de los datos cuantitativos en el análisis social y en los estudios sociales de la ciencia. La intención es, más bien, señalar la confusión —bastante común— de identificar la medición con los hechos ; de asumir la cuantificación como reflejo fiel de la realidad y, a cambio, asumir la reflexividad como una condición en los estudios sociales de la ciencia y la generación de indicadores sobre la misma. Al menos, consideramos un avance significativo reconocer que los tradicionales indicadores bibliométricos con los que se analiza el desempeño científico y se evalúan sus resultados ha estado al margen de una discusión metodológica, y que su propia dimensión epistemológica requiere ser discutida más allá de las dimensiones de precisión y exactitud . 2.1. Factor de Impacto: confusión entre interpretación-traducción y realidad La cada vez mayor necesidad de competir por los recursos escasos con los que se apoya el desarrollo de las actividades científicas ha convertido a la evaluación en el fiel de la balanza para la distribución del gasto, la asignación de recursos y la propia promoción de los investigadores. Y si bien los indicadores a partir de los cuales se realizan dichas evaluaciones no gozan de pleno consenso, las reglas de operación son acatadas de igual forma y con ello se legitiman tanto los indicadores de evaluación de la ciencia, como las desiguales asignaciones que generan. Ahora, si bien es cierto que el quehacer científico implica una gran diversidad de actividades, una de las labores que han sido más susceptibles de ser traducidas en indicadores para su evaluación es la difusión de los resultados y/o avances de investigación. En los años recientes, los medios que posibilitan dicha difusión han experimentado radicales cambios relacionados con el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación. No sólo se han transformado y diversificado los canales que permiten la comunicación entre científicos, los flujos de información son cada día más veloces y robustos, y los medios a los que se recurre son más dinámicos y especializados. El problema —como plantea Buela-Casal (2003)— no es que se propongan, desarrollen e incluso se utilicen determinados indicadores bibliométricos en la asignación de recursos para las labores de investigación científica, el problema es que muy pocas veces se reconoce que sólo hacen referencia al nivel de impacto entre la comunidad científica; el problema es cuando son utilizados como sinónimos de calidad y, en función de ello, se considera que un artículo tiene calidad dado el impacto de la revista en que fue publicado. Pareciera haber consenso acerca de la inadecuada utilización del fi por parte de agencias gubernamentales y de las propias comunidades académicas y, sin embargo, pese a que se reconocen sus límites no por ello se deja de recurrir a
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