La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
122 Rosario Rogel Salazar y Eduardo Aguado López 1. Horizonte analítico En décadas recientes ha tenido lugar un cambio en las formas y procedimientos bajo los que han operado tradicionalmente las disciplinas científicas para legitimar los hallazgos, conocimientos y reflexiones que aportan. Por un lado, dentro de la filosofía de la ciencia natural, el dominio del empirismo lógico ha venido perdiendo peso ante críticas como las de Khun, Toulmin, Lakatos, entre otros. En su lugar ha surgido una “nueva filosofía de la ciencia” que desecha muchos supuestos de los puntos de vista precedentes. Esta nueva concepción pone en tela de juicio la idea de que puede haber observaciones teóricamente neutrales. De entre ellos, el reconocimiento que más destaca es la consideración de la ciencia como una empresa interpretativa, de modo que los problemas de significado, comunicación y traducción adquieren una relevancia inmediata y central para las teorías científicas (Giddens y Turner, 1990). Este viraje en los principios del proceder científico se encuentra relacionado con ladiscusión sobre los objetivos asignados al conocimiento; es decir, ladisputa entre una tradición explicativa y comprensiva, polémica, alrededor de la cual se ha escrito gran cantidad de trabajos. La disputa entre metodologías cuantitativas y cualitativas se ha presentado de una forma excluyente. Por ello, ante el reconocimiento de la especificidad de lo social, cabe preguntarse ya no necesariamente por los límites (ventajas o desventajas que parecieran claras) de la cuantificación; sino por la forma en que ésta puede contribuir a aprehender lo social. Esta apertura exige superar la estructura binaria —dual, dicotómica, que ha sido la crítica central al positivismo— en que se ha construido el pensamiento y que sólo admite una posibilidad. En este sentido, (siguiendo a Ortí, 1995) la recuperación de la dimensión cualitativa obedeció a que, teóricamente, significó una reacción crítica frente a la negación cuantitativa del universo social y frente a la carencia de sentido de la producción masiva de datos cada vez más precisos y menos relevantes para la comprensión de la situación y de los problemas sociales e históricos concretos. Ideológicamente, ha implicado una crítica al conservadurismo de las representaciones sociales a partir del canal o embudo de la encuesta precodificada, como forma privilegiada de análisis de lo social. Por otra parte, ha llevado a una reacción frente al desconocimiento de la especificidad, riqueza, profundidad y complejidad del orden simbólico y de sus formaciones inexactas/no cuantificables, implícitas en las formas lingüísticas y los discursos sociales. Sin embargo, el principal problema de esta reacción —que pugnaba por rescatar al sujeto y revalorar la subjetividad— fue haber caído en un absolutismo cualitativista que negó toda posibilidad a la perspectiva cuantitativa. Así, una vez reconocidos y aceptados los límites de dicha propuesta metodológica, se impuso la discusión bajo una nueva perspectiva. El eje de la discusión, entonces, se centró en modificar el centro problemático y plantear un horizonte de conocimiento a través de la identificación/problematización de las formas en que la cuantificación permite
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