La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista
Lineamientos para una Teoría Sistémica de la Cultura 109 un observador. La desontologización del mundo que ha favorecido el surgimiento histórico del propio concepto de cultura, obliga a que ello se aplique también a sí misma. Podemos afirmar así que cultura es una observación, y como tal, el observador debe definir su alcance. El argumento no-antropológico nos ha permitido escapar a un grave obstáculo epistemológico evitando la pretensión de que la sociedad esté compuesta por individuos, y tener que utilizar los controvertidos conceptos de sujeto e intersubjetividad. Hemos podido construir un concepto de cultura que se integra a una teoría de la diferenciación funcional de sistemas. Dicha perspectiva permite observar que el propio concepto de cultura es un producto de la diferenciación social en la medida en que permitió separar la observación de la normatividad. La teoría de sistemas sociales nos permite desprendernos de la necesidad de entender la integración social con base en la normatividad, de modo que el concepto de cultura no refleja un conjunto de valores y normas sino que se comprende como una unidad semántica en un contexto de diferenciación estructural. El argumento comunicacional nos ha llevado a observar la cultura como un resultado emergente de la comunicación social. De este modo el concepto de cultura apunta a la constitución de un horizonte de orientación de expectativas y atribuciones, a través del cual se hace posible reflejar la unidad de la sociedad. De la relación entre el orden emergente de la comunicación que da origen a la emergencia de la cultura es posible observar una recursividad entre comunicación y cultura: la cultura es, a la vez, un resultado de la comunicación y un horizonte de sentido reducido que contiene a la propia comunicación. Por último, el argumento evolutivo nos ha permitido construir un concepto que define la cultura como un resultado evolutivo de la comunicación y que está constantemente evolucionando. La importancia que atribuimos a dicho concepto de cultura es que, junto al operar autónomo de los sistemas funcionalmente diferenciados y su dinámica de acoplamientos mutuos, va orientando la dirección de la evolución de la sociedad. Al intentar construir un concepto sistémico de cultura, ����� �������� ��� hemos afirmado que hace falta observar el papel estructurante que logra desarrollar la semántica, en cuanto muestra una capacidad de orientación de la comunicación social. Creemos que es posible utilizar el concepto de cultura para apuntar, justamente, a dicha función, puesto que se trata de una función compleja y reconocida sólo parcialmente a través de conceptos específicos en la teoría de sistemas sociales. Creemos que la función estructurante de la semántica se presta mejor a la observación si se deja captar por el concepto de cultura, que extiende su alcance hacia los diversos sistemas funcionales.
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