La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

Lineamientos para una Teoría Sistémica de la Cultura 107 (Maturana y Varela, 1973: 129-133). El ejemplo de la luz que utiliza Luhmann es indicativo también de cómo algo está presente sin estarlo: así como la luz sólo se ve en la forma de las cosas, las semánticas sedimentadas sólo pueden inferirse a partir de la observación de las comunicaciones con las cuales guardan una coherencia de sentido (Luhmann y De Georgi, 1993: 87-88). Hemos afirmado que dicha constelación de semánticas sedimentadas, permaneciendo invisible, ejerce una determinación de orientación de sentido, tanto en las semánticas que se sedimentan en grados menores de abstracción como en las selecciones utilizadas en la comunicación social. De allí que podamos decir que tienen una función estructurante al transformarse en verdaderos nodos o puntos de arranque de comunicaciones que se van encadenando y que llevan implícitas o suponen a dichas selecciones estructurantes. La matriz cultural es, de este modo, aquella parte del espacio semántico conformada por una constelación de semánticas sedimentadas en un grado máximo de abstracción y de generalidad temática, cuyos contenidos devienen en supuestos básicos sobre el mundo. Sus grados máximo de sedimentación y de generalidad temática, le otorgan un gran poder estructurante a la matriz cultural. Ello porque sus contenidos generales no se acoplan con sólo algunos sistemas sociales sino que mantienen, como se puede apreciar en la figura 1, una relación de sentido con todos o la mayoría de ellos, aunque con intensidades distintas y, por tanto, con capacidad de estructuración diferenciada para cada sistema. Esto significa que el flujo comunicacional, una vez conformada una matriz cultural, se desenvuelve en una lógica o una dirección orientada por ella y es esa coherencia de sentido la que permite a la sociedad auto-describirse como una unidad. De este modo, el concepto de cultura aporta la observación semántica de las selecciones estructurantes que están actuando como restricciones de posibilidades de selección a nivel societal en un momento histórico determinado. Desde nuestra perspectiva, la cultura, y especialmente el concepto de matriz cultural, permite no sólo hacer una descripción semántica de la sociedad en una época histórica determinada sino también observar su evolución. En efecto, podemos sostener que desde la perspectiva que observa la sociedad moderna a través de sus sistemas funcionalmente diferenciados, el concepto de cultura permite complementar el análisis estructural de la evolución social con la observación de una semántica básica que otorga coherencia y unidad al sistema societal en una época histórica particular. La importancia que atribuimos a dicha matriz cultural es que, junto al operar autónomo de los sistemas funcionalmente diferenciados y su dinámica de acoplamientos mutuos, va orientando la dirección de la evolución de la sociedad, hasta que, producto de la propia evolución, es desplazada por una nueva constelación de semánticas sedimentadas, una nueva matriz cultural (Dockendorff, 2002).

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