La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

104 Cecilia Dockendorff alcanzan un acoplamiento con varios de los diversos sistemas funcionales. Sostenemos que, si bien es cierto que la estructura social y semántica de cada sistema funcional estabiliza determinadas expectativas diferenciadas en cada sistema, no es menos cierto que los sistemas no funcionan sin ninguna relación entre sí, sino que establecen relaciones de acoplamiento. Tomando un ejemplo que ofrece Aldo Mascareño en este mismo libro: “cuando se comienza a utilizar la moneda en vez del trueque, se abre la posibilidad de que el derecho genere estructuras (el contrato) y semántica (los derechos subjetivos) que se acoplen a esta selección de la economía. Ello permite comprender que los sistemas no sólo evolucionan, sino que co-evolucionan”. A partir de lo anterior es posible observar la co-evolución de la semántica sistémica, como el resultado de la función estructurante que adquieren las semánticas sedimentadas, cuyo conjunto hemos denominado cultura. Así, es posible observar la co-evolución, desde el punto de vista semántico, como el operar acoplado de los sistemas funcionales en un horizonte cultural. Asimismo, la cultura como aquel conjunto de semánticas sedimentadas, permite observar el acoplamiento entre los sistemas interaccionales, las organizaciones y los sistemas funcionales. La función estructurante que cumple la cultura en las comunicaciones y las relaciones de acoplamiento entre los diferentes tipos de sistemas, es la de orientar la comunicación al establecer un horizonte restringido de posibilidades de selección, horizonte que se forma como resultado del conjunto de selecciones sedimentadas que permanecen presupuestas en la comunicación. Podemos hablar, entonces, de un horizonte cultural que reduce el sentido disponible para las comunicaciones efectuadas al interior de los sistemas sociales. Ello no determina las comunicaciones especializadas según los códigos sistémicos en los sistemas funcionalmente diferenciados, pero sí reduce, o más bien orienta, las posibilidades de selección al interior de éstos y de todos los tipos de sistemas sociales. Dicha concepción de cultura, al observar el conjunto de aquellas semánticas sedimentadas que conforman el horizonte cultural, debe prestar particular atención al proceso de sedimentación. Nos hemos referido al concepto de sedimentación al tratar cultura como conocimiento, siguiendo a Luhmann cuando define a este último como el sedimento de un sinnúmero de comunicaciones. Hemos sostenido que el proceso de sedimentación está asociado tanto a la memoria de los sistemas como al conocimiento. En efecto, si la memoria consiste de aquellas semánticas que conectan lo emergente con lo existente, dichas semánticas no son explícitas y deben haber pasado por un proceso de sedimentación para constituirse en memoria. Por su parte, el conocimiento, definido por la teoría como el sedimento de comunicaciones, evidencia claramente su paso por un proceso de sedimentación. El concepto de sedimentación, a diferencia del de reestabilización, apunta a un proceso que se da en el plano semántico más que estructural, y que se refiere

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