La nueva teoría social en Hispanoamérica: introducción a la teoría de sistemas constructivista

Lineamientos para una Teoría Sistémica de la Cultura 101 la sociedad, confluyendo a establecer los códigos específicos en torno a los cuales operan los sistemas funcionalmente diferenciados. Si bien los medios de comunicación simbólicamente generalizados son un eficaz mecanismo de probabilización de la comunicación en la medida que acoplan las motivaciones de los individuos con la comunicación, al establecerse como núcleos de los sistemas diferenciados, no pueden mantener ninguna identidad entre sí. Facilitan la comunicación pero al mismo tiempo la diferencian. De este modo, es imposible que los medios de comunicación simbólicamente generalizados puedan ser el equivalente funcional a un concepto de cultura entendido, no como la normatividad que permite la integración social, sino como una semántica que refleja la unidad de la sociedad. En consecuencia, el concepto de medios de comunicación simbólicamente generalizados no nos permite construir un concepto de cultura en la perspectiva de dar cuenta de la unidad de la sociedad. Por su parte, el concepto de semántica tampoco puede dar cuenta cabal del concepto de cultura que intentamos desarrollar. �� �������� ����������� �� Al observar semánticas, la teoría de sistemas sociales lo hace con respecto a contenidos explícitos; en realidad reserva el término para aquellas selecciones que la sociedad utiliza en sus auto-descripciones. No considera que las semánticas reestabilizadas adquieren una dimensión sedimentada y, de ese modo, probabilizan la coordinación de las selecciones en un sentido y no en otro. Así, las semánticas, que al ser selecciones que obtienen una importancia estructural, permanecen sedimentadas y sensibilizan a la sociedad hacia ciertos contenidos de la comunicación y no a otros. Cultura es, entonces, más que las ideas o los contenidos explícitos que se mantienen en la comunicación. La semántica explícita no agota la cultura ya que ésta no apunta sólo a los contenidos explícitos sino especialmente a aquellos sedimentados que, al orientar la comunicación en una dirección y no en otra, reducen el horizonte total del sentido. El proceso de sedimentación nos permite observar a la cultura como aquellas selecciones sedimentadas que orientan la comunicación. Cultura es, de este modo, semántica sedimentada, o más específicamente, el conjunto de aquellas semánticas sedimentadas que, al orientar la comunicación en una determinada dirección, reducen las posibilidades de selección de sentido, conformando un horizonte de posibilidades restringidas que podríamos llamar horizonte cultural. Al igual que con la relación entre cultura y semántica, existe una similitud pero también una diferencia que hace que se justifique la distinción, esta vez entre memoria y cultura. La diferencia con el concepto de memoria radica en que, si bien la cultura puede ser descrita en su forma de operar como la memoria de los sistemas, cultura no apunta sólo a una función, a una estructura operativa, sino fundamentalmente a contenidos, a selecciones reestabilizadas. Además de ser una capacidad, o más bien un producto colateral de la operación autopoiética del cual el sistema se hace dependiente, la cultura es una determinada constelación de

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