Epistemología de las ciencias sociales: breve manual

Marcelo Arnold - Fundamentos del Conmunivismo Sociopoiédco Es un lugar común señalar la pérdida de hegemonía de los supuestos de la objetividad y criterios de aceptabilidad de las explicaciones científicas que surgen desde la tradición analítica y racionalista iniciada por Descartes (1595-1650), mecanicista de Newton (1642-1727) y empirista desde Hume (1711-1776), retomada en las ciencias sociales por Comte (1798-1857). Recordemos que, para el positivismo, la realidad es externa y la verdad de su conocimiento tiene que ver con nuestras posibilidades de reflejarla a partir de las sensaciones que nos provoca. No obstante su ingenuidad, las formulaciones representacionistas siguen replicándose, hasta nuestros días, por el establishment de comités de investigación que legitiman institucionalmente las concepciones hipotético-deductivas del trabajo científico. Los neopositivistas olvidan que la preocupación por el observador encontró un fuerte apoyo en la física cuántica, cuando se afirma que todo observador, con su sola presencia, modifica lo observado -efecto Heisenberg- y que ¡incluso al estudiar las modificaciones les agregamos otras! Hoy en día, criticar sus ilusiones no tiene nada de novedoso, pero clausurados en sus rituales metodológicos y en la aceptación de sus públicos, no atienden los reclamos que se les formulan y sólo muy recientemente han sido remecidos desde los modelos disciplinarios que admiran, y en cuyas zonas empieza a configurarse una nueva teoría del conocimiento. En su avalancha, los constructivistas se complacen señalando que Popper (1967), si bien atraído inicialmente por los posrulados neopositivistas, dio cuenta de la imposibilidad de probar empíricamente las teorías científicas, declarando que las únicas proposiciones verdaderas son las que no nos permiten verificarlas y que conducen a contar como único criterio su falseabilidad. Con tal demarcación, la búsqueda de la verdad objetiva solo quedó como criterio regulativo de las operaciones del quehacer científico. Tampoco dejan de mencionarse los estudios de Kühn (1962), quien, poniendo su mirada en las determinaciones históricas y comunitarias de la ciencia, demostró que ni la razón (racionalidad o perspectiva endogénica) ni las sensaciones (empirismo o perspectiva exogénica), sustentan los artefactos de la ciencia. Sus evidencias indicaron que los conocimientos científicos se conforman en la fe de las comunidades científicas que creen en ellas -iY en la confianza en que sus procedimientos inspiran a la sociedad! Aceptándose esos

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