La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

89 un cántaro de agua y mis mudos hermanos los bueyes, y como un esposo bajaré furtivamente hasta tu casa / en el crepúsculo, y se ha de extender el césped suave a modo de alfombra / en nuestro lecho, para caer a tu fresco costado, oh tierra, oh dulce mujer mía; concede que mi carne se renueve, para tener bisnietos. No quiero que se asemeje al hijo infiel, que te negó; quiero que sea gusano de la tierra y labrador del campo, y siempre yerba y tierra y lluvia su espíritu rodeen. Señora-dadora-del-pan, ya me he cansado; tiempo / que retorne a ti, mas no me arrojes a la seca fuente del olvido, a la arena / de la negación; concede que mi carne se renueve, para tener bisnietos‖. Se sumieron las sienes del anciano; sus párpados se cierran; cual dulce zumbido de abejas, lejano, en el campo florecido, que se aleja más y más, y se apaga y se pierde, le pareció / su vida; y él de espaldas, cual un abejorro sin aguijón, está muriendo. Sonríe; tiende las manos a las hierbas fragantes; reclina en la tierra la cabeza y llama al sueño, y vino el dios, como una muerte leve, tersa y suave, / y lo cogió 151 . Con la imagen de Caronte 152 como ingenioso podador del árbol de los vivientes, que deja unas ramas y corta otras, nos introducimos al extenso pasaje de la muerte del padre de Odiseo. A la hora en que ―el brumoso amanecer como infante en la cuna solloza‖, el anciano ha salido al patio a reunirse una última vez con sus árboles y sus animales. La anciana nodriza con quien se cruza 153 adivina que la sombra 151 Ibídem, I, 919-968. 152 Sobre Caronte en la poesía y mitología populares neogriegas, véase el ensayo “La muerte y Caronte y sus metamorfosis en la Odisea ”. 153 Esta nodriza no puede identificarse con la Euriclea homérica comprada también por Laertes, como se ve al comparar la referencia que se hace a ella aquí, en la nueva Odisea . En el poema homérico, ésta es su presentación: “Euriclea, hija de Ops Pisenórida, la de castos pensamientos; a la cual había comprado Laertes con sus bienes en otro tiempo, apenas llegada a la pubertad, por el precio de veinte bueyes; y en el palacio la honró como a una casta esposa, pero jamás se acostó con ella”.

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