La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

88 En silencio se tiende y une pies y lomos y caderas con la cálida tierra y con el verde trébol florecido. Como un escarabajo, viejo guerrero, con las alas destrozadas, que ha trabajado, comido y procreado y se marcha / y se hunde en un agujero, así se arrastró el viejo abuelo y se adentró de a poco / en el polvo. Huele la tierra y sonríe, acaricia la yerba; bosteza, se estira, suspira sordamente; suben tupidas hormigas a sus canillas secas, pero no siente el viejo las mordeduras y acepta como un árbol a los insectos que sobre él caminan, picoteándolo. Sólo un anhelo oscuro y oculto lo fustiga, como rumor del agua, como llanto de infante, como / las cañas secas que murmuran y conversan con el río cuando sopla la brisa. Una súplica y plegaria musitó dentro de sí; contemplaba la tierra, sus labios se agitaban / y su palabra ascendía en su alma embargada cual nenúfar en una alberca tibia: ―Tierra mujer, como un humilde obrero fiel te trabajé; yo, el rey, y mis mudos hermanos los bueyes. Cual luciérnaga, señora, me arrastraba entre tus yerbas / al anochecer, y tu polvo húmedo gozaba en mi vientre luminoso. Pasaba sobre ti, Señora-hacedora-del-pan, y lanzaba / la simiente, y en silencio tú la recibías en tu entraña, e inclinados, y quedamente y con paciencia, las primeras / lluvias esperábamos los dos. Terminé mi labor sobre la tierra y quiero mi salario: concede que mi carne se renueve, para tener bisnietos. Igual que el gran combatiente que va a descender al Hades 150 y se ciñe la espada y su lanza empuña y pinta sus viejas heridas y baja deslizándose, de modo semejante he de tomar mi hoz, mi pala, la aguijada, 150 En la poesía y mitología populares neogriegas, el Hades es el mundo de los muertos. El nombre del dios antiguo de la muerte pasó a ser la denominación de su morada, de su sombrío territorio subterráneo.

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