La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

84 Cuán patéticas son aquí las lágrimas del silencioso anciano, cuán distintas de aquellas que por una tristeza diferente conocemos en Homero. Luego de dominada la sublevación que han encabezado los inválidos de Troya y las viudas de los que allá cayeron, Odiseo invita al pueblo a un gran festín. Debe estar presente la familia real. Preside el rey, que parece más alto, fuerte y altivo; a su lado está el hijo, en plena juventud. Al padre deben traerlo: Dos siervos levantan y cargan con cuidado sumo como carne corrupta que ya hiede el cuerpo del abuelo; ya se velaron sus ojos, sus oídos; su mente se hacía limo; y sólo miraba hacia la tierra, diríase quería abrirla entera. Calofríos siente Odiseo; baja los párpados al suelo, maldiciendo el destino de los hombres; y cómo se introdujo entre el padre y el hijo / ese cuerpo mísero 146 . La calidad de campesino de Laertes es mencionada por el aedo que acunaba con su lira a Odiseo, cuando era niño, y que ahora canta para la concurrencia. En su canto recuerda al abuelo de Ulises (no sabemos si a Autólico o a Arcesio). Él quería hacer de su nieto un guerrero, navegante, pirata. Un día, mientras cantor y abuelo bebían, éste tomó al nieto envuelto en sus mantillas: Te alzó en lo alto hacia la luz, como brasa encendida: ―¡Tu padre, el labrador, labriego desea hacerte; te acuna por sus huertos y te desliza en los surcos; yo, en cambio, en las olas te sumerjo, para que te hagas pirata! Bueyes de arcilla y arados te regala tu padre; Y yo te doy ejército de bronce y daga de dos filos. [...] ¡Arriba, nieto mío, crece veloz y resucítame!‖ 147 La rapsodia II se inicia con el narración que hace Ulises de sus penurias y peripecias: ―A la noche siguiente, junto al fuego, así que se cerraron las puertas de bronce y animales y siervos en el palacio 146 Ibídem, I, 170-1077.. 147 Ibídem, I, 1220-1227.

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