La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
80 Todas estas referencias a Laertes se entienden conocidas por el lector de la Odisea de Kazantzakis 135 . No así aquellas que aparecen más allá del verso 477 de la rapsodia XXII. Pero las conocía Kazantzakis y, de hecho, todos las conocemos. Es más, en éstas, precisamente, el personaje es presentado como un hombre del campo, un hombre de la naturaleza. Y es ese elemento el fundamental en la caracterización que el poeta cretense hace de Laertes a través de las escenas del último sueño del anciano y de su muerte en las rapsodias I y II de su nueva Odisea. Por eso, aunque los versos finales de la rapsodia XXII y los dos últimos cantos completos, con todo lo que en ellos sucede, están excluidos del nuevo poema, nos salimos de éste para incursionar en aquellos territorios textuales postreros de la Odisea homérica. Luego de la anagnórisis de Odiseo y Penélope después de haber pasado la pareja una noche que Atenea alargó para ellos y de haber disfrutado ―del deseable amor‖, los esposos entregáronse ―al deleite de la conversación‖. Ambos se cuentan abreviadamente sus penurias. Finalmente, Odiseo se refiere a las tareas que les aguardan y enseguida anuncia: ―Ahora me iré al campo lleno de árboles, a ver a mi padre que tan afligido está por mí‖ 136 . El poeta reservó para el final el reconocimiento entre padre e hijo, en una bella y emocionante escena. ―Odiseo y los suyos, descendiendo de la ciudad, llegaron muy pronto al bonito y bien cultivado predio de Laertes, que éste compró en otra época después de pasar muchas fatigas‖ 137 . En el ―bien cultivado‖ huerto, Ulises ve a su padre ―abrumado por la vejez, y con tan grande dolor allá en su espíritu, se detuvo al pie de un alto peral y le saltaron las lágrimas‖. Odiseo vacila si darse o no a conocer de inmediato. Pero decide primero probar a su progenitor. Alaba su campo bien cultivado, pero critica su vestir pobre y descuidado: ―No te falta pericia para cultivar un huerto, pues en éste se halla todo muy bien cuidado y no se ve planta alguna, ni higuera, ni vid, ni olivo, ni peral, ni cuadro de legumbres que no lo esté de igual manera‖ 138 . Pero observa que ―no sólo te agobia la triste vejez, sino que estás sucio y mal vestido‖. Y luego le refiere de que en su patria hospedó una vez a un extranjero 135 En la rapsodia I, 188-193 de la Odisea H, hay una referencia, aunque no muy clara, a la calidad campesina de Laertes, por parte de Atenea, que en figura de Mentes habla a Telémaco: “[...] como se lo puedes preguntar al héroe Laertes, el cual [...] mora en el campo, atorméntale los pesares, y tiene una anciana esclava que le apareja la comida y le da de beber cuando se le cansan los miembros de arrastrarse por la fértil viña”. 136 Ibídem, XXIII, 359-360. 137 Ibídem, XXIV, 205-207. 138 Ibídem, XXIV, 244-246.
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