La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

75 y al amanecer abrió los ojos; sus entrañas se habían petrificado y no podía levantar las manos, como si todavía sostuvieran, apretado, el pesado e invisible cadáver de la madre. Lentamente se arrastró, juntó ramas, enciende una fogata y enfrente de ella tendió su cuerpo endurecido y azuloso 125 . Odiseo recuerda una vez a su madre. Se trata de un ―acordarse imaginativamente‖, si así pudiera decirse, de hechos y personas que existieron antes de la propia existencia.. La imaginación casi inagotable de Odiseo y del poeta nos trae a esa lejana madre, reviviéndola brevemente en tiempos anteriores a aquellos, ya muerta, aparece en el poema homérico. En la última navegación, en el barco en forma de ataúd que construyó en la costa sur de África, en un momento estallan los recuerdos en la mente de Odiseo, y en un retroceder hacia sus ascendientes, recuerda a su madre, muy joven, virgen todavía. Se recuerda de sí mismo primero como niño pequeño, como infante, y después en los ―riñones‖ de su padre, antes de que éste despose a la que será su madre. Y ella imagina al que será su hijo, antes de concebirlo. Se abrió el cerebro de nuestro solitario, y de las gruesas meninges los recuerdos cual cascadas corren en la soledad. Y detrás, delicada y silente, la rueda gira y rechinan las sienes; el tiempo, la anillada sierpe, abre sus entrañas, y cuantas cosas devoró brillan ahora a la luz y se expanden 126 . . [...] Más allá todavía la mente del arquero contempla su cuerpo, niño pequeño que arroja barquichuelos a las olas, y capitana temeraria, el alma los cabalga. Y coge, niño-de-pecho, el pezón de la madre y muerde con insaciedad implacable su punta roja; y la madre llora-ríe, y adivina: ¡Este hijo suyo un día de igual modo ha de morder con fuerza la santa ubre de la vida! Pero ya no distingue el-de-los-mil-padecimientos sus huellas / en la luz; labora en los cuerpos de sus padres como la fiebre oculta; dentro de los riñones del padre cruza a menudo el umbral / de la novia, y se inclina temblorosa la futura madre, virgen; 125 Ibídem, XXII, 606-652. 126 Ibídem, XXIII, 186-190.

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