La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

70 gimió sobre el lecho fúnebre de su marido, como era justo, ni le cerró los ojos; que tales son las honras debidas a los muertos‖ 117 . Tales son las breves menciones de la madre de Ulises en el poema, aparte de su aparición en la rapsodia XI. Al penetrar en la región de los muertos, primero viene donde Odiseo el alma de Elpenor y en segundo lugar la sombra de Anticlea, a quien hasta ese momento creía viva. Llora Ulises y se le ―inunda el pecho de dolor‖, pero a pesar de su aflicción le impide llegar a beber la sangre que la reanimaría, pues debe hablar primero con el alma del adivino Tiresias: Mas entonces el alma llegó de mi madre difunta, de Anticlea que engendrara el magnánimo Autólico. Viva la dejé en mi mansión al salir para Troya sagrada; brotó el llanto en mis ojos al verla, inundóseme el pecho de dolor; mas con toda mi pena impedíle, asimismo a la sangre llegar mientras yo no escuchase a Tiresias 118 . Es conmovedora esta escena. Odiseo sabe ahora que su madre está muerta y llora al ver a su alma. Ésta a su vez observa quizás la conversación de su hijo con Tiresias, se queda en silencio junto a la sangre. Por eso, al terminar de hablar con el adivino, Ulises le pregunta cómo podrá reconocerlo Anticlea: ―¡Tiresias...! Veo el alma de mi difunta madre, que está silenciosa junto a la sangre, sin que se atreva a mirar de frente a su hijo ni a dirigirle la voz. Dime, oh rey, cómo podrá reconocerme?‖ Tiresias le dice que las almas que se acerquen a la sangre le hablarán y le darán noticias. Anticlea viene a tomar sangre y notando al punto a su hijo, le habla ―llena de lástima‖: ¿Cómo fue tu llegada, hijo mío, al país de las brumas vivo aún? El paraje es difícil de ver por los vivos, porque hay en mitad grandes ríos, tremendas corrientes, el océano ante todo, que a nadie de cierto es posible de otro modo pasar que teniendo una sólida nave 119 . Sigue la pregunta de Anticlea acerca del itinerario de su hijo hasta llegar a los dominios de Hades y la respuesta de Odiseo, quien explica que todavía no 117 Ibídem, XXIV, 288-296. 118 Ibídem, XI, 84-89. Odisea . Introducción de Carlos García Gual, traducción José Manuel Pabón, Editorial Gredos; Madrid, 2000. 119 Ibídem, 155-159. Traducción J. M. Pabón.

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