La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
66 bañada por un mar amigo. Ahora, al comenzar el hermoso pasaje en que el perro Argos, desde su tumba, escucha el llamado de su amo moribundo, se recuerda a la isla como ―fresca‖. Van llegando a la última costa, desde donde zarpó la barca de la muerte, todos aquellos, vivos y muertos, que oyeron el llamado de Odiseo: Llegaban a la orilla, refrescábanse los-lejanos-invitados, se unían con la espuma y navegaban, volaban con los petreles, y cuando la gran ribera se quedó vacía, un pobre / perro-en-los-huesos se estremeció con ansia, husmeando el aire: De muy lejos partió, desde las costas de la fresca patria... 114 El pasaje completo que va del verso 738 al 771 de la última rapsodia, se reproduce completo en el ensayo La fidelidad milenaria del perro Argos. En todas las apariciones de la cada vez más lejana Itaca, en los sueños, en la duermevela o en la meditación de Odiseo, parece percibirse la nostalgia por la isla amada. El abandono definitivo de la tierra natal, decidido voluntariamente, no significó dejar de amarla. 114 Ibídem, XXIV, 738-742.
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