La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

50 artesanos y cazadores, compañeros fieles y mujeres, presencia obsesiva de la muerte: allí está el mundo vivo en colores, violento, desmesurado, centelleando en cada verso a través de imágenes fulgurantes que creó el poeta visionario... Sus visiones, que son a menudo las de un vidente, poseen un color, un relieve, una realidad asombrosa. Toman a veces la amplitud de visiones cósmicas y proféticas».La grandiosidad de la Odisea , que, como antes lo anotamos , no pocos han tratado de definir con calificativos astrales, se conecta al vértigo de la desmesura y de la destrucción. En el ensayo N. K. Sur les traces d' Ulysse. Chant planétaire, océan poétique: une «Odyssée de notre temps, Jacques Lacarrière escribe sobre el primer aspecto: «Desde que se abordan los primeros compases de esta rapsodia gigantesca, obra de una vida entera, el tiempo se borra, los días no cuentan. Este poema es un vértigo continuo, una desmesura , un desafío al lector mismo que, para afrontarlo, debe asirse sólidamente al libro, como para un largo periplo por el país de los ciclones. Pues este océano poético no se atraviesa impunemente. Tal como Odiseo, se sale agotado, pero como renovado, al término de una constante y prodigiosa iniciación.» Un hálito destructivo recorre impetuosamente esta obra, concebida en los primeros años de la década de los veinte. Tal característica ha hecho pensar en la fuerza corrosiva que, años después, habrá de enseñorearse en las creaciones de los grandes existencialistas. «Ulises atraviesa en la Odisea las fases de las angustias y las esperanzas contemporáneas. Un vendaval de rebeldía y de destrucción sopla sobre esta magna obra épica: se derrumban las ciudades, los reinos, las falsas creencias; los antiguos dioses son derribados: "Todos los valores aportados por el helenismo y a los cuales el cristianismo había agregado su mensaje de amor y su promesa de vida eterna, son echados por tierra en la nueva odisea. Y no solamente los valores, sino también el contenido de la vida humana cotidiana es despreciado en el poema. El poeta pone en ridículo toda obra consumada y coloca al desnudo toda esperanza humana. El lector es conducido de destrucción en destrucción hasta que se enfrenta con la cabeza de la Medusa. El círculo se cierra. Los dioses han muerto... La vida humana queda sin justificación: no la espera ni juicio ni recompensa. La muerte es la última realidad", escribe Prevelakis. ―El poeta contempla, pues, con Ulises, la lenta y completa destrucción de los valores sobre los cuales se había apoyado la sociedad» 85 . La relación de la Odisea con la literatura existencialista que aquí se apunta ha sido anotada también por otros autores, entre ellos Richard M. Kain, en el artículo An existentialist Ulysses, a que hacemos referencia en la bibliografía. 85 M. L. Bidal-Baudier, op. cit., p. 96.

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