La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

45 los faraones. Esta etapa va desde la III hasta la primera parte de la XI rapsodia. La tercera etapa sería la de la liberación espiritual y el encuentro con la llama interna. Abarca desde la segunda mitad de la rapsodia XI hasta la XVI. En ella se producen "profundas indagaciones religiosas y místicas que realiza Odiseo, luego de su época de destrucción de reinos [...], para encontrar su espíritu". Al comienzo, Ulises deposita su fe en un dios que él mismo ha construido. Este dios atemoriza al faraón, que deja libre a los prisioneros, y entusiasma a Odiseo y sus seguidores. Vendrá luego la marcha por el desierto y enseguida la subida del peregrino a una montaña para vivir su ascesis; la edificación de una ciudad y su destrucción por un cataclismo; la liberación de Odiseo de todo dios y su encuentro con la llama interior, lo que le trae la "perfecta libertad" en la perfecta soledad. Una cuarta etapa puede ser considerada como la de la "liberación del mundo de los arquetipos". El encuentro con personajes representativos de tipos humanos no procura a Ulises la respuesta a sus interrogantes existenciales. El diálogo con el Hedonista, Fausto, Don Quijote, Hamlet, la Prostituta, Cristo, muestra la incompatibilidad entre las visiones de cada uno de ellos y la del asceta peregrino. Ninguno de ellos cambiará, salvo el príncipe Manayís-Hamlet, que se transformará por influjo de Ulises y llegará a ser Buda. A través de esta etapa, "Odiseo, fiel a su camino ascendente, sobrepasa el mundo de los arquetipos, para sumergirse en su mundo interno". La postrera etapa es la de la liberación del yo y el traspaso de la última frontera. Abarca las tres últimas rapsodias, las que "relatan el viaje introspectivo y en completa soledad que hace Odiseo hacia el núcleo de su mundo interior". El asceta efectúa una revisión de su vida; y muchos de los seres a quienes amó o admiró, vivientes y difuntos, vienen a acompañarlo en su barca de hielo. "Todo este pasaje está cargado de una sobrecogedora emoción de gratitud frente a la vida y de compleja paz consigo mismo". Así llega a traspasar el último límite, agregándose también él a la nada final de todas las cosas. La Odisea y el canto popular Como poesía narrativa, la Odisea recoge no pocos de los mejores elementos de la poesía popular neohelénica. Jurmuzios afirma a este respecto que la obra posee el acento, el ritmo y la serena capacidad narrativa del canto popular, y, a la vez, su aliento lírico 75 . Y en realidad, uno de sus encantos es el aprovechamiento sistemático que en ella hizo Kazantzakis de la poesía demótica griega. 75 E. Jurmuzios: “La Odisea de Nikos Kazantzakis”, Kenuria Epojí , invierno 1958, p. 319.

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