La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
44 Desde el punto de vista de la estructura, acaso la obra a la que pudiera compararse mejor la Odisea , además del poema homérico, sería la Divina Comedia. En ambas hay un peregrinar, un caminar a través de muchos lugares; un conocer muchas situaciones y muchos espíritus. Hay una dirección, una meta que guía al viajero. Dante va en busca de Dios y es conducido por el Poeta hasta llegar ante «la luz que mueve al sol y las demás estrellas». Ulises sale de su isla y navega, buscando en el fondo también a Dios, sin hallarlo, porque no existe, porque es un mito. Mientras Dante se va acercando en su caminar a la divinidad, Ulises en su errar se va aproximando a la realidad final, la nada que a todos aguarda. La ruta, lo que en ella van encontrando, permite a ambos peregrinos esbozar una summa de las orientaciones del espíritu humano: episodios y personajes surgen unos tras otros ante los ojos insaciables de ambos romeros. En Dante, a las figuras históricas y mitológicas de la Antigüedad se agregan hombres de su tiempo. En Kazantzakis, se mezclan los hombres de las épocas y lugares que atraviesa con personajes tipos, que surgen con cierto velo de disfraz de las espesas y fantásticas selvas africanas: tiranos decadentes, revolucionarios, Hamlet, Don Quijote, Fausto, el Asceta, el Hedonista, el Hombre Primitivo, Cristo. Y aún podríamos sugerir cierto paralelismo, aunque inverso, de los tres mundos post terrenales del espíritu medieval que atraviesa el Poeta Desterrado, y las aparentes tres épocas y tres continentes, todos terrenos, que surca la barca de Ulises. Resulta natural que ante la inmensidad del relato, la extensión desmesurada del peregrinar de Odiseo, el lector intente ordenar su mirada, tratando de encontrar etapas en el nuevo camino del antiguo viajero. Manuel Naranjo Igartiburu ha distinguido cinco "etapas místicas" en el caminar de Ulises. El viaje de éste se convierte en una ascensión mística en busca no ya de Dios sino "de la llama interna del hombre. La primera de las etapas místicas que estudia Manuel Naranjo contiene la liberación de las ataduras familiares. Corresponde a las dos primeras rapsodias, en las cuales asistimos la frío reencuentro con la esposa, el hijo y el padre. El sentimiento de desencanto, y luego de hastío y de ahogo en el entorno familiar y popular de Itaca, se transformará en la decisión de marcharse para siempre. Odiseo sepulta a su padre; casa a su hijo; abandona a su esposa y a su pueblo; deja todo lo que tiene y se marcha. La segunda etapa sería de la liberación de los sistemas sociales. En Esparta, sin convicción, toma el partido de Menelao y su régimen despótico, pero después advierte a su amigo que no volverá a defenderlo y le profetiza días funestos para su trono. En Creta, organiza la revuelta contra Idomeneo, canalizando el descontento de pobres y oprimidos. En Egipto, se une a la revolución que remece al régimen tiránico de
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