La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
42 demostraban tal pasión, que nunca consideró sus obras como "construcción literaria", sino más bien como inspirada visión de un rapsoda que, junto al fuego, día a día, desarrolla su relato, de acuerdo con la inspiración del momento y extrae material de su memoria, plena de canciones y leyendas recogidas en sus continuos viajes. Encontramos en la Odisea las mismas hipérboles y tautologías, la misma simplicidad en la construcción de la frase y ausencia de subordinación, las mismas repeticiones de fórmulas poéticas; en otras palabras, la misma manera básica de narrar del poeta popular» 72 . El poema está sembrado no sólo de motivos y fragmentos de las baladas anónimas del pueblo griego, sino también de expresiones poéticas que se han convertido en fórmulas a través de los siglos. A ellas acude el poeta o recitador popular naturalmente; forman parte de su manera de nombrar los objetos y los seres de su mundo. Tal manera parece haber sido asimilada por Kazantzakis que a su memoria de hombre culto y estudioso añade una memoria de hombre de pueblo. Si bien el escritor cretense «compone» como un cantor popular, no sólo toma elementos del venero de la poesía demótica griega. Buscando materiales, penetra en los campos más diversos: la prehistoria europea, la cultura clásica, las religiones africanas y asiáticas, el complejo mundo del medievo bizantino, las literaturas de la Europa Moderna, las ideologías sociales y políticas contemporáneas (recuérdese, por ejemplo, el paralelo con Lenin, Trotski y Stalin que se encuentra en los héroes de la revolución egipcia, rapsodias X y XI). Tuvo acceso a fuentes bien diversas como poseedor de siete u ocho lenguas. Con sencillez, se reconoce deudor de muchas figuras de las letras universales. Y, como lo destaca Prevelakis, bajo su receptividad para las modernas concepciones estéticas, guardaba viva una conciencia poética formada en la escuela de Homero, de la Biblia, de Dante, de los poemas populares neogriegos. Karl Kerenyi insinúa la búsqueda de raíces más amplias, destacando en relación con este punto lo que él llama el «carácter anticlásico» de la Odisea : «El lector culto espera la delicadeza y la simplicidad de una columna dórica; un ritmo más helénico que homérico, mesurado, sereno, contenido, donde no existan digresiones. En vez de eso, lo ahoga un torrente de epítetos y ricos derivados, una abundancia gótica de alegorías y comparaciones, de episodios y personajes simbólicos, de mitos y leyendas que aparecen y desaparecen, sin volvérselas a hallar otra vez... En otras palabras, se enfrenta con una obra que no sólo no es clásica, sino que en realidad es anticlásica, antihelénica y fuertemente barroca». 72 K. Friar: “La Odisea de Nikos Kazantzakis”, rev. Kenuria Epojí , otoño 1958, p. 37.
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