La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

39 Jaloux (estudioso de Joyce y también admirador de la poesía neogriega): «Al mismo tiempo realista y simbolista, este monumento —enigma y laberinto— mira hacia el pasado y hacia el porvenir». Como se ha hecho notar en repetidas ocasiones, el epicismo del Ulises es una especie de antiepicismo. Bloom-Ulises es «la apoteosis del fracaso» y su odisea es «la epopeya de las frustraciones psicológicas y los desajustes sociales». «Henos aquí ahora —dice Merton— ante el Ulises de hoy, errante en su ciudad, rodeado de todos y siempre solo, haciendo escala en todas partes y prolongando su carrera casi hasta el final de la noche... No es otra cosa que un hombre errante en una ciudad conocida, en donde todo le es familiar, siempre al encuentro de un vecino, de un compañero, de un rival o de un amigo, tan amenazado como el primer hombre en la naturaleza, perdido como él en el mar donde las rutas mejor trazadas se borran, tan desnudo como él desde el nacimiento, ante el sufrimiento y la muerte; y siempre solo” 70 . Este Ulises-Bloom, este hombre de hoy, reproduce en su viaje de un día, desde el desayuno hasta la medianoche, la larga travesía de diez años de su remoto antecesor, pero dentro del espacio reducido de determinadas manzanas de la ciudad de Dublín, un 16 de junio de 1904. El Ulises-Ulises de Kazantzakis es también un hombre errante, un hombre de hoy, aunque pueda parecer primitivo muchas veces, y un hombre siempre solo. Solitario moniás es justamente uno de sus epítetos más repetidos. Su nueva travesía parte desde un verso determinado de Homero, el 477 de la rapsodia XXII. Volvió de Troya y quiso hacerse a la mar nuevamente. Su peregrinar no tendrá retorno, mientras que sí lo tiene el vagar de Ulises-Bloom. Y no va errante por una ciudad y en un día, sino por las épocas, los mares y los continentes, hasta llegar a la nada en los hielos antárticos. El poema homérico se prolonga indefinidamente en la obra kazantzakiana. Pero el héroe va cambiando a través de su avance en el espacio y en el tiempo. Ya no es héroe; es un hombre. Ya no es un vencedor; es un asceta. Ya no es un luchador; es un pensador. Solo en el fondo, va avanzando hacia la soledad total. Camina, piensa, medita, busca. Se ha dicho que el Ulises y la Odisea homérica son como dos líneas paralelas que jamás se encuentran. Bien podría decirse que la epopeya homérica y el poema kazantzakiano son como dos líneas divergentes que nunca podrían encontrarse. En la obra de Joyce, el mito odiseano se ha sobrepuesto sobre el mapa de Dublín; y el paralelismo del caminar de Bloom con la ruta del héroe homérico es de una exactitud y detallismo sorprendentes , aunque la ordenación del relato tenga variantes significativas. En el poema de Kazantzakis se 70 J. Mercanton, op. cit. p. 15.

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