La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
35 utilizan el mito de Odiseo desde variados enfoques y perspectivas. Hemos citado antes a varios de ellos. Pero, como lo destaca Olga Omatos, puede decirse que Kazantzakis es, sin duda, el que utiliza al héroe de la Odisea en forma más directa y total . La estudiosa también subraya la razón de la preferencia del poeta cretense por este poema homérico: ―La preferencia de Kazantzakis por el segundo poema parece explicarse porque quizás el poeta ve más claramente encarnadas en el héroe Odiseo cualidades que siempre conmovieron al discípulo de Nietzsche, como son la libertad interior y la voluntad inquebrantable del hombre. En Odiseo personificará el poeta la realización de sus ideales: la lucha sin esperanza, la vana búsqueda de la completa libertad‖ 62 . El alma inquieta de Kazantzakis tendía claramente a .identificarse con la figura de aquel aventurero polifacético. «No es casual •—dice el profesor Alsina— que la figura que más le haya preocupado haya sido Ulises, el símbolo de la inquietud humana y, en gran parte, una especie de perfil del propio Kazantzakis 63 ». Parece ser el mismo cretense quien habla en el hermoso verso con que Odiseo saluda a su propio espíritu peregrino: Salve, alma mía, que el errar siempre por patria poseíste 64 . En la novela Toda-Raba queda expuesta la concepción central de Ulises, como suma y encarnación de todas las inquietudes del poeta griego: «Bien sabes, Pandelís, que mi jefe no es ninguno de los tres jefes de las almas humanas, ni Fausto, ni Hamlet, ni Don Quijote, sino Ulises. En su velero vine a la URSS. No poseo la sed insaciable de la inteligencia occidental; ni oscilo entre el sí y el no para llegar a la inmovilidad, ni me domina el ridículo y sublime impulso del noble luchador de los molinos de viento. Soy un marinero de Odiseo, un corazón ardoroso, un espíritu despiadado y lúcido. Pero no soy un marino del Ulises que regresará a Itaca; sino del otro, del que ya ha. regresado; ha matado a sus enemigos; y, sintiéndose ahogado en su patria, un buen día se ha vuelto a marchar. Ha escuchado en el norte, en la niebla hiperbórea, una nueva sirena, la sirena eslava. Henos aquí ante ella, sin taparnos los oídos, sin amarrarnos a los mástiles, yendo y viniendo por nuestro barco, enteramente libres. Escuchamos el canto maravilloso y conservamos intacta nuestra alma. El capitán Ulises, 62 Ibídem, pp. 242-243. 63 J. Alsina y C. Miralles: La literatura griega medieval y moderna , Ed. Credsa, Barcelona, 1966, p. 175. 64 Odisea , XVI, 960.
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