La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
261 En la X rapsodia, Caronte es un sol negro, un cuervo negro que vendrá a cantar para que se desvanezca una existencia humana, la del atormentado faraón, que ha liberado a Odiseo, el cual se unió a la revolución popular que estalló en el país precisamente, cuando el marino llega y penetra Nilo arriba en su barca, con sus compañeros. Habla así el monarca: Y yo soy aire y bruma y sueño, y vendrá el sol negro, el cuervo negro, Caronte, a cantar para que yo me desvanezca. En la rapsodia XIV, cuando en la soledad de una montaña vive Odiseo todo el camino de la Ascética , antes de llegar a la etapa de la acción, para proceder a fundar la ciudad ideal, ve pasar a uno de los tres genios que presidieron su nacimiento, a Heracles, a quien sigue Caronte en la forma de un feroz perro pastor de tres cabezas άγξηνο ηξηθέθαινο καληξόζθπινο [...] Y ahora pasaba el gran atleta, colmado-de-llagas, con su cabeza de león, y lo seguía Caronte, el feroz perro pastor tricéfalo 351 . Curiosamente, aquí podría haber una reminiscencia del Cancerbero, aquel perro de tres cabezas que guardaba las puertas del Hades. En la rapsodia XV, hay un momento en que Ulises comienza a percibir signos de que sobrevendrá un cataclismo que destruirá la ciudad ideal recién inaugurada. Ve el espectáculo de una enorme plaga de grandes hormigas que devoran cuanto encuentran a su paso. Caronte va tomar, entonces, la forma de una gran hormiga. La gente trata de no ver los malos presagios, mecanismo de defensa propio de los humanos: La memoria olvida lo que teme, se burla de lo que vio, y cubrió, como acostumbra, el miedo con un velo seductor; y cuando al atardecer ya se pusieron al fuego los calderos, como una juguete de la fantasía centelleó Caronte-Hormiga παηρλίδη μάζηξαςε ηεο θαληαζηάο ν Μέξκεγθαο ν Χάξν 352 En la rapsodia XVIII, Caronte toma la forma de un gigantesco insecto, un saltamontes verde κέγαο πξάζηλνο αθξίδαινο, y Odiseo le advierte a una cigarra amiga que se ha posado en su hombro, que aquél vendrá a quitarles la vida a ambos: ¡Bienvenida la cigarra que se posa en el pelo de Caronte, 356 y 358-359. Esta versión ha sido totalmente revisada y rehecha. Las citas no coincidirán, pues, en muchos lugares con el texto impreso. 351 Ibídem, X, 1374-1375. 352 Ibídem, XV, v. 907-911.
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