La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

260 Lo general es que la personificación de la muerte posea los matices esenciales del canto popular, como en la rapsodia XI (v. 645-7), donde se identifica con la guerra: Así regresa la Guerra cabalgando a sus solares encarnados; lleva a los mozos del cinto y del cabello a las jóvenes, y a los niños pequeños, atados a la cabecilla de su enjalma. O como en la rapsodia X (v. 263-8): La voz del cuervo-nocturno gotea en las entrañas de la noche; hombres, aguas, animales se durmieron; cruzó la tierra sus manos; y sólo quedan en vigilia Caronte y el Amor, los dos trasnochadores. Cierra las puertas el señor Caronte y chilla el vecindario; se aprieta las llaves al cinto y —feroz carnicero— arrastra a los pobres atados y a los ricos desatados. La nostalgia de los muertos en el Hades sigue también el tono inconsolable que encontramos en la poesía popular. Así lo vemos en los dos bellos pasajes de la I rapsodia (v. 671 en adelante) y de la rapsodia XIV (v. 320 en adelante), en que Ulises invoca a los muertos y conversa con los fantasmas de los desaparecidos, en Itaca primero y en el centro de África después, esta vez dentro de un sueño. La presencia de la muerte como motivo se concentra en la rapsodia XVIII, que contiene la historia del príncipe Madretierra (Manayís), especie de lejano Hamlet perdido en las profundidades de África. Allí se enfrentan Odiseo, convertido ya en asceta y envejecido, que ha llegado a purificarse del temor a la muerte, y aquel príncipe, dominado por el miedo obsesivo ante ella y la rebeldía ante su fatal tiranía. Pero Caronte también experimenta "zoometamorfosis" muy curiosas, como en algunos poemas populares cretenses. En la IX rapsodia, Caronte se presenta en la figura de una serpiente negra que se esconde en la arena para acechar a sus víctimas. Se le dan tres calificativos, el tercero de los cuales es también el nombre de un animal, si bien fabuloso, un dragón El negro ofidio, Caronte, se escondía tendido en la arena, viejo arconte y primer-pastor y dragón de-larga-cola. Sus características como sierpe reaparecen enseguida en los versos siguientes: Calmada, vagamente, como en sueño, al sol silbaba y erecta lamía, saciada, su lengua bífida 350 . 350 N. Kazantzakis: Odisea , Introducción, traducción, síntesis y glosario M. Castillo Didier, Obras Selectas de N. K., Ed. Planeta, Barcelona, 1975, rapsodia IX, v. 355-

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