La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
258 lengua, a pesar de las innumerables vicisitudes de su historia, se agregaría esta supervivencia poética, folklórica, o como se la denomine, del sentido antiguo de la muerte y del más allá. Ahora bien, dentro de esta supervivencia se ha producido la curiosa metamorfosis del barquero en jinete de negra vestimenta y negro corcel, del simple transportista en matador y soberano del mundo de los difuntos. Pero ya en el mundo neogriego, podemos detectar una nueva metamorfosis, más radical aun. Sabemos que Caronte siempre se impone, como se impone el fin de la vida a todas las criaturas. Caronte espía a sus víctimas; les tiende emboscadas; los vence en lucha física y finalmente se los lleva. Cuando a un niño pequeño se le ponen buenos guardianes, como un águila, el sol y el Bóreas, Caronte siempre encuentra el momento de descuido de esos vigilantes para llevarse al infante. Una estratagema del negro personaje para burlar las medidas de defensa tomadas por un grupo de valientes, consignada en un miroloi cretense es la de convertirse en un insecto y penetrar así de todos modos a la torre de hierro que ellos han construido: Bajo la orilla del cielo, - en los confines del mundo, una torre de hierro levantan, - para esconderse de Caronte. Pero Caronte se vuelve una mosca - y se entra por la ventana. [...] Entra Caronte y alancea - a todos esos valientes. En la Odisea la muerte, personificada en el moderno Caronte, es omnipresente. Uno tras otro se lleva a muchos de los muchísimos personajes que aparecen en los distintos estadios de la gran travesía de Odiseo. Y a partir de un momento, puede decirse que es el gran compañero de Ulises, tanto porque mueren sus compañeros y otros personajes que conoce en su ruta, como también porque empieza a hacérsele presente cada vez con más frecuencia, a medida que avanza hacia el sur de África. Finalmente, por un lapso, será su compañero en la barca de hielo que ha de conducir al peregrino a los mares antárticos y a su fin. Allí Caronte tomará la figura de un anciano idéntico a Odiseo y se instalará frente a frente a él, en un extremo de la barca. Además de la figura que podríamos llamar normal de Caronte, la más frecuente en los miroloïs, el personaje toma algunas especiales, en cuanto a la compañía que trae: en un caso, siete perros rojos de ojos amarillos; y en cuanto a su cabalgadura, que en regiones cercanas a las polares se transforma en un ante. Es de destacar el hecho de que en la leyenda de Vermes, que relata en parte Orfós, uno de los compañeros de Odiseo, y en parte éste, Caronte aparece por única vez como el "primer hijo" y el "máximo heredero" del Dios, quien le pide ayuda para destruir al rebelde Vermes, llamándolo "querido y fiel Caronte". En muchísimas ocasiones, Caronte aparece con la misma apariencia de la poesía popular, como un negro caballero, y con sus mismas maneras de actuar. Tiene por esposa a Carontisa. También sus víctimas reaccionan como en los miroloïs, negándose a ser llevados al Hades. En ocasiones, encontramos uno o varios versos populares completos.
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