La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

235 (VIII, 983-5). ¡Cómo los astros se colgaron entre los árboles desnudos...! (XVII, 710). A los pies de la fiera se tendió, contemplaba excitado las estrellas saltar bullentes y golpear su cabeza. Pero ya se refrescó el arisco espíritu, dulce mistral el sueño; como los lirios meciéronse los astros y entre ellos su alma ardiente ya serena, como una leona, se extendió, despreocupada. (VII, 282-6). También las estrellas, tan lejanas y ajenas a las pequeñas cuitas de los hombres, a veces parecen participar de los acontecimientos que se desarrollan en el poema sobre la tierra. Así en las inclementes soledades heladas cercanas al polo, se muestran implacables cual agujas de hielo, mientras en Creta, en momentos de festejos de los nobles que no presienten la catástrofe que sobre su régimen se avecinan, travesean en el cielo y se asoman a mirar a los alegres celebrantes. Otras veces es el espíritu del peregrino Odiseo el que se iguala a la constelación del Escorpión, que se retuerce en lo alto, con sus ojos sanguinolentos: Las estrellas cuelgan implacables como agujas de hielo. (XXII ) Hora dulce y calma. Las flores-nocturnas abrieron en los jardines, travesearon en el cielo las estrellas y se inclinaron furtivas para ver en la tierra a los nobles cenar y reír a las señoras. (VII, 194-6). En silencio, estaba sentado el solitario, envuelto por la noche. Los astros de puntas más grandes pendían aún sobre él; se retorcía en el cielo el Escorpión y encorvaba su cola, y sus sanguinolentos ojos, sin temblar, seducen a la noche. E igual que él se gozaba la mente y levanta su cauda y la apoya en la tierra, midiendo el veneno gota a gota. (VI, 973-8). Las imágenes y comparaciones dedicadas a los astros de la noche en el poema son muy numerosas y variadas. Mosca dorada que primero fue cogida en la tela nocturna puede ser la estrella más temprana, mientras las demás llegan a ser perlas de lluvia. Sobre el manto de la noche, adornado de oro y plata, los astros pueden moverse como letras y tomar las más distintas figuras: ojos, espadas, navíos, áspides o cascadas de llamas: Ya la estrella primera temblaba en el aire humedecido,

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