La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

231 cual velo suavemente-tembloroso, cielo y tierra pendían. (XXIV, 869-73). La extinción de la luz se asocia generalmente a la puesta del sol, que toma diversos matices en las variadas latitudes que atraviesa Ulises hasta llegar a las vastas soledades polares. En éstas, la relación del sol y las demás estrellas, que destellan veladas ―como un gran monasterio borroso, sumergido entre cipreses‖, varía del todo, como se puede apreciar en el último de los pasajes que recordamos a continuación: Derrumbóse el sol ardiente en las montañas, se refrescaron las piedras, cual cervatillo herido se recostó el crepúsculo, con sus grandes ojos negros velados ya por la noche. Enmudecieron las aves; cual ala negra la noche descendió. (XIV, 642-5). El sol cual cabeza quemada cayó quedamente a la arena; densos halos azules ascienden al río-cielo, y dolorida se extinguió la luz, arrastrándose en los montículos amarillos / de la arena. El grano-estrella ya desborda por las laderas negras, y comienzas, / oh, cielo, a moler en las tinieblas cual molino-de-viento con aspas. (X, 1375-9). Cuando vibró el terrible grito en la montaña-de-nieve, y se agitó como llama, la memoria tembló del de-veloz-espíritu e igual que un arcoiris al sol se colgó antes de apagarse; los últimos astros verde-azules destellaron velados, como un gran monasterio borroso, sumergido entre cipreses. (XXIV, 772-6). A la sensación de paz y tranquilidad que trae el crepúsculo se liga no pocas veces en el poema cierta sensación de alivio terrestre después del azote diario del sol, que parece compartirse por los seres vivientes, como en estos pasajes: Ya se alargaron las sombras negras; se refrescó la tierra; como un buen animal, se tendió el crepúsculo en el campo, y débilmente respiran las cigarras entre las hojas del olivo. (VI, 609-11). Cual chivato-que-va-a-ser-sacrificado con cuernos bañados-en-oro, pesado macho cabrío, bajó el sol a las arenas;

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=